La Voz de Galicia
Navegar es necesario, vivir no es necesario (Pompeyo)
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Miliki

Yo, como el gigante Ramón Gómez de la Serna, sólo aspiraba a tener una tarjeta de visita en la que, bajo mi nombre, se leyese: CRONISTA DEL CIRCO.

Que la tierra te sea leve, Miliki.Seguir leyendo

Roth y Kertész: no va más

«Cuando no conocía la vida, escribía; ahora que conozco su significado, no tengo nada más que escribir». Oscar Wilde justificaba así por qué durante los dos últimos años de su existencia, atrincherado en el Barrio Latino de París, no añadió ni una sola línea a una de las obras literarias más deslumbrantes del siglo XIX. Padecía lo que Enrique Vila-Matas ha definido como «síndrome Bartleby», en alusión al célebre escribiente del cuento de Herman Melville que, ante cualquier petición, siempre replicaba tajante: «Preferiría no hacerlo». Vila-Matas exploró los abismos mentales y vitales de los escritores que un buen día deciden callar para siembre en su memorable Bartleby y compañía (2000). A este singular inventario de la literatura del No se han sumado esta misma semana dos ilustres autores contemporáneos que acaban de anunciar su retirada definitiva de la escritura: Philip Roth (Newark, 1933) e Imre Kertész (Budapest, 1929).

«Némesis», el … Seguir leyendo

Goodbye, Emmanuelle

 

Sylvia Kristel fue uno de esos juguetes rotos que el cine se deja olvidados entre las botellas y los ceniceros al final de la fiesta. La actriz, fallecida de cáncer en su Holanda natal la madrugada del miércoles al jueves, sobrevivió cuatro décadas bajo la piel de Emmanuelle, el personaje que la catapultó al estrellato y que la convirtió en icono erótico de una generación.
Mucho antes de sentarse desnuda en su legendario sillón de mimbre Kristel fue la niña que vivía con su hermana Marianne en la habitación 21 del Commerce Hotel de Utrecht, propiedad de sus padres. Si había mucha clientela, las pequeñas tenían que mudarse en plena noche al cuarto 22 que, según contaba años después la actriz, no era más espacioso que un aparador.
Cuando tenía 16 años su padre apareció con una mujer, se la presentó a la familia como su futura esposa y … Seguir leyendo

Con las cosas de leer no se juega

Los que sumamos ya alguna cicatriz en el pellejo rescatamos de tiempo en tiempo aquella frase que, de cativos, nos soltaban nuestros mayores. No se juega con las cosas de comer, rezaba la letanía que, cada mediodía, espetaban profes y adultos a los pequeños irredentos empeñados en montar sobre el mantel un silo de ojivas nucleares armadas con miga de pan. La lección quedó incrustada en las neuronas de toda una generación, pero parece que no ha dejado huella en las inquietas mentes de la política. Olvidan que, lo mismo que no se juega con el pan, tampoco conviene andar meneando sin necesidad el Códice Calixtino, un tesoro único en el planeta, que acaba de ser rescatado de las catacumbas tras un año a la sombra de un garaje. Ya sabemos que el Gaiás necesita cebos que atraigan al público a sus desangeladas salas. Y el más goloso que se … Seguir leyendo

Gatsby no se acaba nunca

«Cuando era joven y más vulnerable mi padre me dio un consejo sobre el que he pensado mucho desde entonces»

El gran Gatsby. Francis Scott Fitzgerald. Traducción de Susana Corral. Reino de Cordelia.

 

Hay en los grandes narradores norteamericanos un cierto tono épico, casi bíblico, que logra por momentos que en su prosa emerja ese asombro inicial ante un mundo tan fieramente nuevo en el que todo estaba todavía por inventar. No es casual la devoción de Mark Twain, uno de esos gigantes de la narrativa estadounidense, por las peripecias de Adán y Eva. Es en esa sutil ingenuidad adánica, no exenta paradójicamente de violencia escénica, donde se encierra la magia fundacional de una literatura.
Lo cuenta en un párrafo de abrumadora belleza uno de los grandes, Francis Scott Fitzgerald (Saint Paul, Minnesota, 1896-Hollywood, 1940), en las postrimerías de El gran Gatsby: «Los árboles desaparecidos —los … Seguir leyendo

Philip Roth logra doblegar a la Wikipedia

«Las pantallas nos han derrotado», sentenciaba en el 2008 Philip Roth ante el avance implacable de las nuevas tecnologías sobre las ruinas del mundo de papel en el que creció este excepcional narrador. Cuatro años después, el propio Roth se ha encargado de devolver el golpe (aunque solo sea uno) a las pantallas, en este caso en el rostro de la Wikipedia.

Esta peripecia comienza cuando el propio Roth cae sobre la entrada que la enciclopedia virtual dedica, en su edición en inglés, a su novela «La mancha humana». En el apartado «Inspiración» la Wikipedia apuntaba hasta hace sólo unas horas que la narración se inspiraba en la vida del escritor Anatole Broyard. Airado, Roth se puso en contacto con los responsables del portal para que corrigiesen el «serio error», ya que según el propio autor el relato se basa en un episodio real que protagonizó su

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En busca de la sombra perdida

Hasta el aire, ya lo contó Luis Pimentel, traza su sombra sobre la hierba. Lo sabía Peter Pan, que pidió a Wendy que le cosiera la suya al talón para que no huyera por las techumbres y chimeneas de Londres. Manhattan, sin ir más lejos, no es más que una gran sombra de rascacielos de vidrio y acero. Y las catedrales y las pirámides se alzaron solo para proyectar su oscura silueta sobre el suelo de la antigüedad. Por eso, ahora que hasta para pedir un gin-tonic en el bareto del pueblo hay que escudriñar dos cartas de tónicas y ginebras más abultadas que la última parida de la literatura de aeropuerto, convendría que algún sesudo doctorando pusiera por escrito el catálogo de sombras del verano atlántico. Poco queda ya de aquella Hispania de Astérix y Obélix que una ardilla podía recorrer brincando de encina en encina, pero … Seguir leyendo

Agitado, no mezclado

Este verano viene agitado –pero no mezclado, matizaría 007 aferrado a su martini- por la fiesta jolgorio que han montado bancos, banqueros y bancarios con las finanzas mundiales en general y las españolas en particular. Pensaba ingenuamente el rostro pálido que los bancos eran los lugares donde se guardaba la pasta de unos para prestársela luego a otros con ciertas virguerías contables por medio, pero resulta que lo que se custodiaba en estas lúgubres y blindadas casonas no eran fajos de billetes, sino agujeros. Redondos, contantes y sonantes como los inexistentes euros. La colección de cráteres, hoyos, buratos y simas suma a ojo un diámetro de cien mil millones de euros. Los mismos tipos que cavaron esa fosa de la Marianas con sus manos y sus bolsillos, o sea, los banqueros y los políticos (cargo que paradójicamente en algún caso incluso ha coincidido en el mismo avispado individuo) se afanan … Seguir leyendo

Vuelve el jersey por los hombros

Lucir un jersey por los hombros es un simple corolario de la teoría del pádel. El fino estilista del pádel no juega al tenis ni al pimpón, sino a un estudiado término medio, y el tipo que se cuelga el jersey por los hombros al caer la tarde también es un mediopensionista del vestuario. Ni se pone la prenda ni se la quita del todo, se queda a medio gas, arropándose el cogote como para amortiguar una lluvia de collejas. Las mujeres, siempre más inteligentes y elegantes, jamás se ponen un jersey por los hombros, y al menos ya desde Hitchcock inventaron la famosa rebequita para esa hora incierta en la que no hace ni frío ni calor, lo que en Galicia viene a cifrarse en 15 grados (Celsius arriba, Celsius abajo). El problema de la moda es que se reduce básicamente a recuperar gestos trasnochados, como calzarse el jersey … Seguir leyendo

El increíble horario menguante

El horario de verano es una innovación sin precedentes en el sistema laboral que no hay que confundir, pese a su asombroso parecido, con las vacaciones. Son casi lo mismo, pero con matices. En vacaciones uno, directamente, no va a trabajar. En el horario de verano uno tampoco va a trabajar, solo que indirectamente: el afortunado usuario de la llamada jornada continua sale de casa, entra en la oficina, ficha, se lleva al compañero a tomar café, vuelve a recoger la chaqueta de la silla, apaga el ordenador y a casita. Es lo mismo, pero con un rodeo. El horario de verano consiste, en esencia, en que como hace calor y a la peña no le apetece trabajar, pues se llega a un acuerdo salomónico entre la parte contratante y la parte contratada: se entra más tarde y se sale antes, para no abusar, que el termómetro está desatado y … Seguir leyendo