La Voz de Galicia
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Otro tesoro de la cantera irlandesa

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«Me gustaría contar qué ocurrió en casa de mi abuela el verano en que yo tenía ocho o nueve años, pero no estoy segura de si sucedió en realidad. Necesito dar testimonio de un hecho que no sé si es cierto. Siento bullir dentro de mí eso que tal vez jamás haya tenido lugar. Ni siquiera sé cómo llamarlo. Creo que podríamos decir que fue un crimen carnal, pero la carne desapareció hace mucho y no sé qué daño puede haber quedado en los huesos».

Así arranca El encuentro, de Anne Enright (editorial Lumen, traducción de Francisco Javier Calzada), del que hoy publico en el suplemento Culturas de La Voz de Galicia esta reseña:

Quién sabe dónde se oculta el secreto de la inagotable cantera literaria de Irlanda. Tal vez en el dédalo urbano de Dublín, capital elevada a la cumbre de las ciudades literarias en el Ulises joyceano. … Seguir leyendo

Finnegans Wake

 

Durante las Navidades de 1992/1993 me fui de viaje a Estados Unidos, para visitar a una novia americana que tenía entonces y que se llamaba (bueno, y se sigue llamando) Clare. Llegué un atardecer nevado de diciembre al aeropuerto JFK, en el neoyorquino barrio de Queens. Al bajar con mi mochila y Clare al bus lo primero que escuché fue a un pavo que me soltó, en español, que el billete valía un dólar o cinco dólares, no recuerdo. Luego, en el bus que iba a la legendaria Penn Station, fui alucinando al ver las luminarias del Empire State, el edificio Chrysler y las Torres Gemelas, que pude visitar un par de días después. De NYC nos piramos a Newark (New Jersey), al campus de la Rutgers University, una de las grandes universidades de Estados Unidos, donde estudiaba mi santa de entonces. Y, ya digo, después de deambular durante un … Seguir leyendo

El lugar de los hechos

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Dicen que cuando somos jóvenes amamos los suburbios y lo sórdido y que, a medida que envejecemos, buscamos el centro de las ciudades y los escenarios luminosos. Es como si una brújula secreta nos llevase a rastrear las huellas de esa luz que vamos perdiendo. Volvemos entonces a los lugares de los hechos, esas calles, esquinas y paisajes que son lo que hemos sido, como esa ventana que en el jardín de San Carlos se abre sobre A Coruña; o la escalinata que en Lugo baja de la plaza Mayor a la catedral y en la que se lee una placa con algo de Luis Pimentel, el poeta que supo ver la sombra del aire en la hierba, otro enorme poeta de las cosas minúsculas; o la Luna como una inmensa epifanía sobre las nieves de los montes Bitterroot en Montana; o la piedra de oro de la Quintana dos … Seguir leyendo

Irlanda dice que no

Me estaba resistiendo a escribir del no de Irlanda al Tratado de Lisboa, pero, en fin, vamos allá. La postura omnipresente en la prensa española es de sorpresa ante el rechazo del acuerdo de los 27 y, un pasito más allá, se acusa a los habitantes de la isla de ser poco menos que unos traidores por negarse a aceptar lo que dicta Bruselas después de haberse embolsado en los últimos años unos 55.000 millones de euros en fondos de cohesión. Según la tesis más extendida, los irlandeses se niegan ahora a ser solidarios con los demás cuando la Europa más rica lleva muchos años regándolos con suculentas subvenciones. Insisto en que lo siento, pero discrepo profundamente.

Primero. Yo no sé exactamente en qué consiste el Tratado de Lisboa, y dudo que alguien que no trabaje a tiempo completo en una oficina de Bruselas lo sepa. Por lo que he … Seguir leyendo

Un inicio y un final de leyenda

 En lo que respecta a inicios de novela, probablemente el arranque del Ulises, de James Joyce, sea el inicio de inicios: joyce.jpg

«Solemne, el gordo Buck Mulligan avanzó desde la salida de la escalera, llevando un cuenco de espuma de jabón, y encima, cruzados, un espejo y una navaja. La suave brisa de la mañana le sostenía levemente en alto, detrás de él, la bata amarilla, desceñida. Elevó en el aire el cuenco y entonó:

-Introibo ad altare Dei».

(Traducción de José María Valverde para la edición de Seix Barral).

Pero, donde Joyce se salió definitivamente de las coordenadas literarias conocidas fue, al margen de ese juego insondable titulado Finnegans Wake, en un final de leyenda, el del relato Los muertos, del volumen Dublineses, que podemos paladear aquí en la versión que preparó para Cátedra el gran Eduardo Chamorro (sí, nuestro Eduardo Chamorro, el que escribe su Seguir leyendo