La Voz de Galicia
Navegar es necesario, vivir no es necesario (Pompeyo)
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La metamorfosis

«Al despertar Gregorio Samsa una mañana, tras un sueño intranquilo, econtróse en su cama convertido en un monstruoso insecto. Hallábase echado sobre el duro caparazón de su espalda y, al alzar un poco la cabeza, vio la figura convexa de su vientre oscuro, surcado por curvadas callosidades, cuya prominencia apenas si podía aguantar la colcha, que estaba visiblemente a punto de escurrirse hasta el suelo. Innumerables patas, lamentablemente escuálidas en comparación con el grosor ordinario de sus piernas, ofrecían a sus ojos el espectáculo de una agitación sin consistencia».

Si hay un arranque inquietante en la historia de la literatura universal es, sin duda, este. Así nace La metamorfosis, el relato del indomable Franz Kafka. Sostiene Gabriel García Márquez que, cuando leyó estas páginas en una pensión de no recuerdo qué ciudad, descubrió que el tono de Kafka era más o menos el mismo que empleaba su abuela … Seguir leyendo

Bansky, ¿cazado?

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Hay escritores, como J. D. Salinger o Thomas Pynchon, que han cimentado buena parte de su leyenda en ocultarse de los focos. No conceden entrevistas. No presentan sus libros y, en el caso de Pynchon, hasta se permiten la travesura de presumir de que una de sus últimas apariciones en público fue doblando a su personaje en un capítulo de Los Simpson, en el que el escurridizo literato salía encapuchado con la clásica bolsa de papel de supermercado. Su voz, cuentan, era la real.

La misma estrategia escapista ha seguido hasta hace un par de días Bansky, el grafitero con más caché del planeta, que lleva varios lustros jugando al escondite con sus devotos. Bansky agarra sus andamios, sus pinturas de guerra, sus sprays y levanta un mural de museo en cualquier pared de Londres, pero cuando llegan los fans, los marchantes y los fetichistas, Bansky se … Seguir leyendo

El Palacio de la Luna

Paul Auster posee una de esas extrañas virtudes reservadas a los que alcanzan la frontera de lo extraordinario: hacer que lo complejo parezca sencillo. Hay algunos futbolistas, por ejemplo, que son capaces de trazar en medio palmo de hierba un regate aparentemente imposible, pero que ellos dibujan como si nada, sin que les tiemble el flequillo. Aunque haya un millón de horas de trabajo atrincheradas bajo el papel, los grandes hallazgos, al final, parecen algo natural. Porque los elegidos, los que de verdad esgrimen alguna destreza, prefieren ocultar las tramoyas detrás del escenario, para que no se vea demasiado el esqueleto de sudor que hay detrás de cada párrafo.

A la prosa de Auster le sucede algo de eso. La lees y tienes la sensación de que, simplemente, cada palabra y cada coma encajan exactamente en el lugar que les corresponde en el rompecabezas narrativo. Gran conocedor de las artimañas … Seguir leyendo

Dos interrogantes

Algunos lectores me han interrogado últimamente sobre dos detalles de la cabecera del blog. En primer lugar, los internautas de más allá del Padornelo se preguntan qué demonios es eso de farrapos de gaita. En efecto, es una expresión estrictamente gallega y de difícil traducción, pero vamos a intentarlo. Literalmente un farrapo es un harapo, un trozo de tela muy gastado, vaya. De ahí, que a esos flecos que cuelgan del roncón de la gaita (el tubo largo, para entendernos), y que suelen andar algo sobados, les caiga el título de farrapos de gaita. Pero siempre hay vida más allá de lo literal, así que la expresión ha cobrado vida propia. El Diccionario de la Real Academia Galega lo explica así (la traducción es del menda): «Farrapo de gaita. Se emplea en construcciones negativas para mostrar el poco aprecio que se le da a algo o a alguien, … Seguir leyendo

Un cuento

Soltaba aquí el otro día, a cuento de la dichosa Eurocopa, que a veces, por una extraña e imprevisible colisión de las galaxias, van y ganan los buenos: la España de Cesc, la prosa de Roberto Bolaño o, ayer mismo, la pintura de Antonio López, por la que un millonetis ha apoquinado en Christie’s 1,74 kilos (de euros, claro, los otros ya no molan, ya no son apenas nada). El tío Gilito de marras ha sacado los doblones de su depósito para quedarse con Madrid desde Torres blancas, óleo que reitera esa tesis de que a veces, por una vibración insospechada de los quarks y las supercuerdas y otras vainas de la física cuántica, la vida es justa y a la chica de la peli no se la lleva el jetas, el gángster, en fin, el canalla de turno. No, viene un tipo de la calle, un … Seguir leyendo