La Voz de Galicia
Navegar es necesario, vivir no es necesario (Pompeyo)
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Vila-Matas

El asiduo de Farrapos de Gaita sabe que uno de mis monstruos literarios de cabecera es Enrique Vila-Matas (Barcelona, 1948), que junto a un puñado de autores ha abierto en las letras españolas senderos que van más allá del hiperrealismo atosigante al que nos tenía acostumbrados cierta prosa autóctona. Una de las agradables sorpresas de su última obra, Dietario voluble, en el que recoge los escritos de sus cuadernos personales, ha sido descubrir que V-M es un lector habitual de las bitácoras literarias, algunas de las cuales cita en su diario. Me he tropezado también (otra agradable sorpresa) con su página web, en la que el literato aporta una espléndida explicación de por qué a él le gustan los blogs (de los que huyen otros de sus estirados colegas).… Seguir leyendo

Un poeta en Wall Street

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Durante su célebre estancia en Estados Unidos (de junio de 1929 a marzo de 1930), de la que nacería ese tesoro absoluto titulado Poeta en Nueva York, Federico García Lorca tuvo la oportunidad de vivir en primera línea de fuego el fatídico crack de Wall Street (del que, por cierto, se cumplen este mes 59 años). El escritor nos dejó un espléndido testimonio de aquel batacazo financiero en una de las cartas que regularmente enviaba desde América a su familia, y que recogió en una mimada edición Christopher Maurer para el número 23-24 de la desaparecida revista Poesía (diciembre de 1985).

Por su sorprendente conexión con la actualidad (la poesía tiene esas paradojas), reproduzco aquí parte del texto, fechado en la primera semana de noviembre de 1929, en el que Lorca, con su agudeza habitual, nos cuenta cómo asistió a pie de calle al desplome de la economía mundial:… Seguir leyendo

La biblioteca fantasma

En Austerlitz, la novela de W. G. Sebald, el protagonista del relato, Jacques Austerlitz, nos cuenta el desamparo que le causa su paso por la flamante Biblioteca Nacional de Francia, paradigma de esa arquitectura como de fuegos artificiales, todo cohetería que se esfuma cuando uno cruza el umbral del coloso y descubre que, pese a la sobredosis de estética y de alardes técnicos, el edificio es tan bello como inútil, porque ni siquiera de lejos cumple con su función. Sebald detalla, con su destreza habitual, las zancadillas burocráticas y de diseño que hay que sortear en la biblioteca parisina hasta que, finalmente, se logra tocar un libro y abrir sus páginas, ese simple y hermoso gesto para el que supuestamente se erigen estos ultramodernos santuarios de papel. Como aquí no tenemos Sena, nuestra Biblioteca Nacional de Galicia se alzará a orillas de la autopista del Atlántico, que no es … Seguir leyendo

Tres mil años después

Andaba hace unos días rumiando para el periódico un artículo sobre El vellocino de oro, ese hermoso libro de Robert Graves, cuando Eduardo Chamorro me recordó con su aguda columna de La Voz que la guerra entre rusos y georgianos andaba a tiro de piedra de Ea (hoy Kutaisi, en Georgia occidental), capital del antiguo reino de Cólquide y escondrijo del vellocino de oro que perseguían Jasón y sus revoltosos argonautas. Aquella trifulca por el sagrado pellejo de los griegos sucedió, según la leyenda, en el 1225 antes de Cristo. Tres mil y pico años de sopapos no han servido de mucho. Las mismas tortas, en las mismas jetas, sobre el mismo suelo. Y, encima, ahora todo es más cutre, menos legendario. Porque Putin y sus muchachos no están a la altura de HérculesOrfeo, digo yo.… Seguir leyendo

Los listillos

 

Todos conocemos a alguno. Están siempre al acecho. En las interminables sobremesas de las comilonas familiares, agazapados en las trincheras de la oficina y hasta en la sala de espera del ambulatorio, ocultos entre los pensionistas y sus males crónicos. Son los listillos. Los que saben de todo. Hace poco escuché a un tipo, por supuesto lego en la materia, discutirle a todo un catedrático de Derecho el espíritu y la letra de una laberíntica ley. Con un par. A ver quién era el catedrático para explicarle a él lo que dicen los libracos legales. Y quien habla sin rubor de derecho también puede pontificar sobre física cuántica, arquitectura, gastronomía de vanguardia, ingeniería, bioquímica o pesca submarina. Ya puestos, estos sabihondos le explicarían al padre de Zipi y Zape cuatro cosas sobre los fundamentos de la colombofilia.

Luego tenemos a los culturetas, claro, que son unos listillos especializados, más que … Seguir leyendo