La Voz de Galicia
Navegar es necesario, vivir no es necesario (Pompeyo)
Seleccionar página

«Al despertar Gregorio Samsa una mañana, tras un sueño intranquilo, econtróse en su cama convertido en un monstruoso insecto. Hallábase echado sobre el duro caparazón de su espalda y, al alzar un poco la cabeza, vio la figura convexa de su vientre oscuro, surcado por curvadas callosidades, cuya prominencia apenas si podía aguantar la colcha, que estaba visiblemente a punto de escurrirse hasta el suelo. Innumerables patas, lamentablemente escuálidas en comparación con el grosor ordinario de sus piernas, ofrecían a sus ojos el espectáculo de una agitación sin consistencia».

Si hay un arranque inquietante en la historia de la literatura universal es, sin duda, este. Así nace La metamorfosis, el relato del indomable Franz Kafka. Sostiene Gabriel García Márquez que, cuando leyó estas páginas en una pensión de no recuerdo qué ciudad, descubrió que el tono de Kafka era más o menos el mismo que empleaba su abuela para contar las legendarias y disparatadas historias de la familia. De ese mezcla de Kafka y la abuela surgió el llamado realismo mágico, del que algo sabemos por aquí, porque un tal Álvaro Cunqueiro ya lo cultivaba antes de que tuviera etiqueta oficial.

En español podemos adentrarnos en este relato abrumador en la versión que trazó Jorge Luis Borges (otro de los grandes entre los grandes) para el sello Seix-Barral, que es la que se cita aquí arriba. Una narración que, sencillamente, te deja sin aliento.