La Voz de Galicia
Escritos de Galicia y resto del planeta
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Un buen cava de… Badajoz

Red Natural del río Tambre. Nadie me lo ha pedido. No conozco a los propietarios ni a los distribuidores ni a nadie del entorno de este cava. Porque es un cava, denominación de origen sin problemas. Lo curioso es que está hecho en Almendralejo (Badajoz) y no en Cataluña, que es de donde salen casi todos los cavas del mundo. Precio muy bajo (no llega a los 5 euros), no es un brut nature (claro) pero es fresco, se nota la juventud, burbuja con un equilibro aceptable, buena tonalidad. En fin, que aunque no soy nada partidario de andar recomendando nada, hago una excepción en estos días calurosos.

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Torres de Altamira, en Brión: aquí no hay covid-19

Torres de Altamira (Brión). Las Torres de Altamira, propiedad de la Diputación coruñesa, son una perita en dulce: o no hay nadie o hay un par de personas dando una vuelta -o sea, nivel de contagio igual a cero-, están en buen estado, la panorámica es magnífica y aquello rebosa historia. El palacio gótico -en la foto- rezuma elegancia, mientras más de un visitante se devana los sesos preguntándose si será cierto que existen los subterráneos, como afirma un libro. La anécdota tan loca como verídica es que en 1971 algún preboste algo despistado tuvo la brillante idea de que allí la propia Diputación construyera una gran biblioteca. Amén de la barbaridad artística y de los millones que iba a costar aquello, ¿alguien se imagina a una persona dejando atrás Santiago, yendo a Bertamiráns por la carretera (diez km), desviándose dos km a Brión y otro desvío de un kilómetro … Seguir leyendo

Cedeira: la visita obligada al castillo de la Concepción

Cedeira. ¿Miedo? Mal consejero. Con todas las recomendaciones que mandan las autoridades, que para eso están, hay que salir. No por dinamizar la economía, que también, sino porque es necesario vivir. Hay que respirar el país. Así que me he llegado a un sitio para mí entrañable, Cedeira. Y allí fui a visitar una vez más el castillo de la Concepción, ahora cerrado, y de paso ver la excavación del castro de Sarridal, que no la conocía. Conocía el castro, pero no el resultado del pequeño trabajo arqueológico, que al parecer ha sido muy fructífero. En 1968 conocí el sitio, abandonado, los cañones del castillo tirados por ahí, de la mano de uno de los grandes amigos de juventud a los que la vida separó, pero que siempre he llevado en el corazón, Arturo Cribeiro Bouzamayor, una mente brillante, un trabajador incansable. El castillo ha cambiado mucho, por … Seguir leyendo

Ortigueira: con la isla de San Antonio a la vista

Ortigueira. Recorrido por las playas del norte de A Coruña. Lo cierto es que no he visto avalancha que pudiera hacer pensar que los madrileños (con perdón) han invadido Galicia. Claro, no he ido pidiendo carné de identidad a nadie, pero tampoco tengo alma de policía. Lo que sí da la impresión es que la costa está más verde que nunca, limpia, el aire limpio como siempre. Y también uno tiene la sensación de que nada ha cambiado. Habla con unos y otros y no ha habido un reagrupamiento, un potenciar destino y producto. Aquí cada uno va a su bola. El mal de siempre de Galicia. Individualismo. Eso de la unión hace la fuerza no ha pasado Pedrafita.

En la foto, la magnífica isla de San Antonio, en Ortigueira.… Seguir leyendo

Rianxo: pues no le veo la gracia

Rianxo (A Coruña). Es, o al menos parece ser, el vigilante de la cofradía de pescadores, una gente que en toda la costa gallega desarrolla una labor impecable. Pero no había ninguna emergencia para meter un todoterreno por la playa. Además del mal ejemplo y de que siempre va a perder alguna gota de aceite, la playa es un ecosistema al que parece que no se le da valor. Jamás vi cosa igual en los arenales de Dinamarca o Gales. Y seguro que el vigilante estará más en forma si aparca el coche y camina doscientos metros.

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Ons, otro imprescindible para el próximo verano

Red Natura del río Tambre. Conocí al por lo menos entonces torrero de la isla Ons hace 20 años. Encantador, resultó que saludaba por las calles compostelanas a su hermano (y lo sigo haciendo), un prestigioso catedrático de la Universidad de Santiago. Me enseñó sus propiedades hasta donde estaba permitido hacerlo, y no volví a verlo el año siguiente, cuando me acerqué a saludarlo, con la sorpresa de que coincidí con ese hermano y con el por aquellos tiempos rector de la mencionada universidad. Alguna otra vez que volví estaba de días libres, porque en contra de lo que se cree tienes turnos. No sé si sigue allí, ni su hermana en el de Sálvora. Pero la entrañable imagen que tengo del faro de Ons se debe a él. Regresaré este verano.

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