La Voz de Galicia
Navegar es necesario, vivir no es necesario (Pompeyo)
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Pascual Duarte

«Yo, señor, no soy malo, aunque no me faltarían motivos para serlo. Los mismos cueros tenemos todos los mortales al nacer y sin embargo, cuando vamos creciendo, el destino se complace en variarnos como si fuésemos de cera y en destinarnos por sendas diferentes al mismo fin: la muerte. Hay hombres a quienes se les ordena marchar por el camino de las flores, y hombres a quienes se les manda tirar por el camino de los cardos y de las chumberas. Aquéllos gozan de un mirar sereno y al aroma de su felicidad sonríen con la cara del inocente; estos otros sufren del sol violento de la llanura y arrugan el ceño como las alimañas por defenderse. Hay mucha diferencia entre adornarse las carnes con arrebol y colonia, y hacerlo con tatuajes que después nadie ha de borrar ya».

Ya sé que está de moda ningunear la literatura de Camilo Seguir leyendo

La metamorfosis

«Al despertar Gregorio Samsa una mañana, tras un sueño intranquilo, econtróse en su cama convertido en un monstruoso insecto. Hallábase echado sobre el duro caparazón de su espalda y, al alzar un poco la cabeza, vio la figura convexa de su vientre oscuro, surcado por curvadas callosidades, cuya prominencia apenas si podía aguantar la colcha, que estaba visiblemente a punto de escurrirse hasta el suelo. Innumerables patas, lamentablemente escuálidas en comparación con el grosor ordinario de sus piernas, ofrecían a sus ojos el espectáculo de una agitación sin consistencia».

Si hay un arranque inquietante en la historia de la literatura universal es, sin duda, este. Así nace La metamorfosis, el relato del indomable Franz Kafka. Sostiene Gabriel García Márquez que, cuando leyó estas páginas en una pensión de no recuerdo qué ciudad, descubrió que el tono de Kafka era más o menos el mismo que empleaba su abuela … Seguir leyendo

Un libro con dos comienzos

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Como explica Julio Cortázar en el Tablero de dirección que abre Rayuela, «a su manera este libro es muchos libros, pero sobre todo es dos libros. El primero se deja leer en la forma corriente y termina en el capítulo 56, al pie del cual hay tres vistosas estrellitas que equivalen a la palabra Fin. Por consiguiente, el lector prescindirá sin remordimientos de lo que sigue. El segundo se deja leer empezando por el capítulo 73 y siguiendo luego en el orden que se indica al pie de cada capítulo».

Por tanto, la gran contranovela del brujo Cortázar no tiene uno, sino al menos dos comienzos: el que se sitúa, siguiendo las convenciones del género, en el arranque del volumen y el que se asoma a la página 438 bajo la cifra 73 que numera este capítulo que, en realidad, no es un capítulo, sino un fragmento, como probablemente … Seguir leyendo

Muchos años después

El periodista, y sin embargo amigo, Federico Cocho me apunta, como inicio de inicios, el impagable comienzo de Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez. Por supuesto, el coronel Aureliano Buendía frente al pelotón de fusilamiento y sus memorias del día en que su padre le llevó a conocer el hielo no podían faltar en esta colección de inicios de novela. Las palabras de Gabo, como las aguas diáfanas del río de Macondo, se deslizan sin apenas pestañear por un lecho de piedras pulidas, blancas y enormes como huevos prehistóricos. Afortunadamente, el mundo ya no es tan reciente, las cosas ya no carecen de nombre y para mencionarlas no hay que señalarlas con el dedo. Y Gabo puede y sabe, vaya si sabe, nombrar las cosas:

«Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en … Seguir leyendo