La Voz de Galicia
Navegar es necesario, vivir no es necesario (Pompeyo)
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Fraga en estado puro

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La tarde del 26 de agosto tuve la oportunidad de entrevistar, en su casa de Perbes (Miño, A Coruña) al ex presidente de la Xunta y actual senador del PP, Manuel Fraga Iribarne. El motivo de la cita era incluir a Fraga en la serie El libro de su vida del suplemento Culturas de La Voz de Galicia, en la que cada semana aparece un personaje público hablando de cuál es la obra literaria que ha marcado su vida. La entrevista se publicó el 5 de septiembre en La Voz, pero como uno de los problemas tradicionales del papel es la limitación de  espacio, os ofrezco aquí ahora la versión más o menos íntegra del encuentro. No lo incluyo todo porque, incluso para Internet, sería demasiado largo. No hablamos del caso Gürtel, sólo de libros, y algo de política, claro.

-¿Cuál es el libro de su vida?

-Hay uno que Seguir leyendo

La ballena blanca

Herman Melville (Nueva York, 1819-1891) escribió dos libros que invocan el silencio. En plata: dos libros que invitan a no escribir ni una sola línea más, a no sumar estériles párrafos a la historia de la literatura, quizás ya consumada en sus páginas. Uno se titula Bartleby, el escribiente, donde su protagonista pronuncia la célebre frase, «preferiría no hacerlo», que Enrique Vila-Matas convirtió luego en lema de los escritores que un buen día deciden callar para siempre: los Bartleby.

El segundo y definitivo navajazo a la yugular del sistema literario se llama Moby Dick y provoca el mismo efecto: quien lo lee se ve aplastado por la abrumadora (y casi castradora) belleza de este texto, que lleva al autor contemporáneo a pensar muy seriamente si merece la pena escribir algo después de llegar, sin aliento ya, a este último y demoledor párrafo: «Entonces volaron pájaros pequeños, chillando sobre el … Seguir leyendo

Chamorro

Se nos ha ido Eduardo Chamorro. Ayer mismo, horas antes de su muerte, estuve charlando con él por teléfono sobre su próximo artículo, que ya no salió del tintero. Eduardo iba a analizar, con su estilo afilado y certero, lo que definió como «pavorosa imagen» de Fraga y Moratinos durante su reciente visita a Guinea Ecuatorial. 

Era un tipo generoso que, desde la altura de su trayectoria, no dudaba en animar a los pipiolos como yo, que casi estamos empezando en esto de la literatura y el periodismo. En enero, por ejemplo, me propuso un «intercambio de rehenes». Él me envió su último libro: España siglo XXI. Relatos de la izquierda y la derecha y, a cambio, yo le remití O embigo do mar. Tengo aquí la dedicatoria que plantó en la primera página de su excelente texto, en la que da la medida de esa generosidad con … Seguir leyendo

Cela

A Camilo José Cela (Iria Flavia, 1916-Madrid, 2002) sus críticos le clavan en el espinazo dos grandes sambenitos: el desmesurado engorde de un personaje público que acabó por devorar al autor, sobre todo tras la concesión del Premio Nobel en 1989; y, fundamentalmente, el carácter disperso de una obra en la que, aseguran sus detractores, resulta difícil encontrar una novela en el sentido estricto del término. Sin embargo, incluso aceptando estas discutibles premisas como punto de partida, la prosa de Cela alcanza una altura excepcional en la literatura española de la segunda mitad del siglo XX, y si aparcamos por un instante las boutades que tanto gustaban al escritor gallego y prescindimos provisionalmente de catalogar sus textos narrativos, lo cierto es que nos encontramos ante un literato extraordinario que mimaba cada párrafo de forma exquisita, hasta bordar aquello que Julián Marías llamaba «calidad de página». A Cela puede que le … Seguir leyendo

Pascual Duarte

«Yo, señor, no soy malo, aunque no me faltarían motivos para serlo. Los mismos cueros tenemos todos los mortales al nacer y sin embargo, cuando vamos creciendo, el destino se complace en variarnos como si fuésemos de cera y en destinarnos por sendas diferentes al mismo fin: la muerte. Hay hombres a quienes se les ordena marchar por el camino de las flores, y hombres a quienes se les manda tirar por el camino de los cardos y de las chumberas. Aquéllos gozan de un mirar sereno y al aroma de su felicidad sonríen con la cara del inocente; estos otros sufren del sol violento de la llanura y arrugan el ceño como las alimañas por defenderse. Hay mucha diferencia entre adornarse las carnes con arrebol y colonia, y hacerlo con tatuajes que después nadie ha de borrar ya».

Ya sé que está de moda ningunear la literatura de Camilo Seguir leyendo