Iba a escribir un comentario para responder a Prometeo, pero, como casi siempre, la cosa se me ha ido de las manos y he acabado perpetrando un post, aunque, por supuesto, no es que uno tenga muy claro tampoco dónde termina un comentario y empieza un post, si es que esas fronteras de género (de género literario, que no se me irrite Bibiana) tienen algún sentido hoy en día. Bueno, a lo que íbamos. Prometeo, yo también practicaba de niño ese entrañable oficio de chamarilero: iba por la calle recolectándolo todo, para desesperación de mi madre, que asistía atónita al espectáculo del niño trapero que luego transportaba su fardo de objetos inútiles hasta la casa, convertida en una improvisada cacharrería. Recogía palos, hojas secas, caracoles, engranajes, tuberías, relojes rotos, insectos, qué sé yo, todo tipo de artilugios y estrafalarios seres vivos. Cuando iba a la playa de Riazor volvía con mi cubo convertido en un acuario, con su agua de mar, sus cangrejos, su estrella de mar, sus pececitos, sus piedras y sus algas para recrear la atmósfera submarina… Y hasta algún camarón, de los que por entonces (antes del Urquiola, el Mar Egeo, el Prestige y lo que te rondaré morena…) todavía pululaban por las aguas urbanas de A Coruña.
Lo de haberle cogido cariño al MP3 destartalado debe de ser una inercia de aquella frustrada vocación infantil de chamarilero. Supongo, sí, que ese afán acaparador de objetos es una forma más o menos encubierta de luchar contra la nada, que siempre anda ahí al acecho, con sus borrosidades. Una ingenuidad, ya sé. Como el coleccionismo y otros ismos. Pero qué le vamos a hacer, así somos de contradictorios y de endebles. Uno tiene que aferrarse a algo, aunque sea a un pedazo de plástico.
Mi añorado amigo Pancho, camarada de navegaciones -que un día me nombró su padre aunque me doblaba en edad-, me decía: El día mas triste es cuando tengo que llamar al chatarrero. El navegaba y construía barcos. Ingenios mecánicos que habían de tripular y habitar bravos marineros. Diseñó incluso maquinillos tan fuertes que servían para usar los aparejos como ancha de capa. Eran tan buenos que nunca mas tenía que repararlos ni cambiarlos. Usaba una reductora de los viejos Barreiros. Llegó a comprar toda las existencias de la desaparecida fábrica de camiones. Hacía también argilés (compresores de aire para bucear con manguera) con los frenos de un coche. Los usaron durante mucho tiempo los percebeiros de fondo y los que se dedicaron el erizo. Un apaño suyo dio pié a los careteles que permitieron a la flota gallega ser pionera en la pesca en grandes fondos. Como no sabía de patentes, rápidamente se lo copiaron. Le encantaba reparar cosas y no había nada que arreglar, el rompía algo. Hemos hecho reparaciones abordo en medio del Atlántico con cuatro cosas viejas. Un día amarramos un domo de un satélite de comunicaciones que valía un pastón. Un pié de aluminio diseñado y elaborado por expertos no aguantó el embate de una ola que rompió en cubierta a pié de palo donde estaba fijado el aparato. Aquella reparación de fortuna aguantó temporales mucho más duros y nunca llegó a aflojarse. -Todo vale- decía, mientras deslumbraba con una habilidad que para si quisiera Macgiver. Su taller –que ahora gestionan sus hijos- es una cueva del tesoro. El era mecánico naval y en el mar tienes que ser autosuficiente. No puedes ir a la tienda a comprar un repuesto. Por eso el podía hacer cualquier cosa. Un barco, una moto…cualquier experimento. Cuanto puntos de soldadura una pieza vieja y enseguida aparecía funcionando un invento. Un día le hablé del complejo de Diógenes. Le comenté con cierto dramatismo que me gustaba tanto como a el guardar cosas y al parecer eso puede ser un síntoma de mala salud mental. El siguió a sus quehaceres y sin levantar la vista me inquirió: ¿y el Diógenes ese como hace si no tiene un carboncillo para hacer una escobilla de un alternador? Será muy listo, pero a mi me parece un poco tonto.
Muchas gracias por referirte a mi humilde persona pues solo soy un descamisado espontáneo en este tipo de alberos.
volveré… pero lo de «insectos […]y todo tipo de […] estrafalarios seres vivos»… (pwuoghh) en fin, creo que se sale del genero «yo, acumulo objetos», pertenece a otra dimensión. Tu madre era una santa, lo único que te quita peso en los cargos de «eso es asqueroso!» es la palabra «chamarilero» acompañada del adejetivo «pequeño», encantador!
a parte, no hace falta que te excuses, al los emepetreses se les coge cariño… nos acompañan, nos distraen, nos miman, nos dan fuerza con sus melodías!! no son sólo un trozo de plástico!!
claro que podríamos bien hacerte un psicoánalisis para tocar el otro tema, que me resulta, en serio más preocupante, nooooo??
te dejo un beso, oh! gran chamarilero!
x
oh! prometeo! saludos!
(a todos los demás también!)
p.d.: quiero la etimología de esa palabra. please?
besos besos besos!!
Tengo la sospecha de que muchos me conocéis, pero yo no se quien sois. Por eso Ada (y a los demás), os invito a ver mi colección de cosas viejas. Algunas de la fabrica de tabacos tan unida a la historia de Coruña y el movimiento sindical, que sin embargo se vació tirando todo a la chatarra menos lo que yo puede recuperar. Los alemanes harían un parque temático con eso. Maquinas de varillaje cuando no había relés y todo se hacia a partir de un movimiento rotativo. Son ingenios maravillosos, autenticas esculturas con movimiento que nos enseñan como la gente resolvía los problemas y nos obligan a pensar como funcionan las cosas. Ahora hemos renunciado a entender el funcionamiento del mundo. El conocimiento está fraccionado en campo de la técnica y en la investigación y en otros es profuso, confuso y engañoso. Antes de podía desmontar un coche en la calle y volverlo a montar, ahora ni el mejor ingeniero podría hacerlo y se de uno que con un coche maravilloso, por culpa de una chorrada informática se quedó tirado y casi tengo que llevarlo en coche de caballos. A fin de cuentas la revolución era desmontar la sociedad para volverla a montar. Ahora la ciencia económica tampoco sirve para explicar crisis como la actual. Nunca antes en la historia pudimos disponer de la tecnología para evitar el hambre y educar a la gente, sin embargo nos enfrentamos a la mayor hambruna que ha conocido nuestra especie y la infancia esta cada vez mas desprotegida. Yo quizás me engañe pensando que enseñar a los niños como funcionan las cosas, dándoles algún mapa frente a esta situación tan confusa y desmotivadora es muy importante. Destripar un aparato a los que hemos sido pequeños chamarileros, siempre nos ha gustado más que disfrutar del juego tal como fuera concebido. Los niños disfrutan en un barco porque todo es útil y sirve para algo. ¿Cómo le explicas a un niño lo que es un adorno o un titulo en la pared? Ellos si entienden el timón, el radar, el GPS, el sextante. Como se usaban los astros para navegar. La importancia de la conservación de los alimentos en la navegación oceánica. Como hacían cuando no tenían esas cosas abordo para atravesar mares ignotos. Por eso creo que esas cosas viejas siguen siendo muy útiles. No hace mucho en una visita periódica a un rastro, pregunté donde conseguían esas cosas y me contestaron: En Inglaterra, allí conservan las cosas y le dan un valor. Aquí como se tira todo no podemos comprar para la tienda de viejo.
Pero no quiero daros la paliza, como decía al principio cuando me visitéis os contaré y enseñaré muchas cosas.
Prometeo, no te conozco más que por aquí, donde todos nos vamos abriendo un poco, ya que como decía otro que no fui yo hace tiempo «siempre confié en la bondad de los desconocidos». No dude que cuando viaje del lejano sur a aquel ahora cercano norte iré a visitar tu colección de cosas viejas. Al hilo de lo que comentabas de conservar las cosas, y de Inglaterra, país que amo, puede que por de-formación profesional, por vocación o sintonía, no puedo evitar comentar que es algo admirable€ de aquella cultura que muchos tildan de dudosa ese amor por conservar «cosas viejas», gracias a ello nacieron muchos de los grandes museos!
Pero sobre todo, lo que más admiro es ese afán, podríamos decir, ecológico de reutilización de lo usado, las tiendas de segunda mano y uno de mis grandes pasatiempos cuando viví allí, las «charity shops». Abrazar la idea de «Si algo no me sirve a mi, y está en buen estado puede servirle a otro», dentro de una sociedad de consumo como en la que vivimos, puede llegar a ser una gran escapada del devorador pensamiento individualista que nos va invadiendo. Quizás todos deberíamos pararnos a mirar más al de al lado y a conservar el valor de las cosas materiales y su utilidad real, para no serguir alimentando al gran monstruo que nos embuye.
Saludos!!
Género sólo hay uno: el gramatical. Lo otro es sexo. Aunque haya un montón de ignorantes (es lo más suave que se me ocurre) dedicadas a copiar el «gender» anglicista.
Hola,ya sé que esto no está para recaditos,pero os quiero recomendar a todos,especialmente a los preocupados por las palabras,el blog siguiente:Babel 2.0
Seguro que os apetecerá entrar,Ada,Prometeo,Luis,etc,yo sigo con Séneca y vexovigo.
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Anteayer,pude por fin dejar una mesa camilla abajo,con sus tornillos,su tablero para poner sobre la mesa,completita vamos.Pensé que no hay que aferrarse a los objetos.
A los cinco minutos ya se la habían llevado.Sin tiempo a arrepentirme.
Cual no sería mi sorpresa,al comprobar que la habían devuelto,incluso con los tornillos envueltos en celofán.Tal vezz quien la recogió no tenía sitio suficiente y volvió a dejarla para que le sirva a alguien más.
Ya no está.