La Voz de Galicia
Navegar es necesario, vivir no es necesario (Pompeyo)
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El verano inexistente

Pinga un poco el cielo vestido de plomo, caen cuatro gotas mal contadas, y ya me recriminan que de qué verano me quejo, si en Galicia no hay verano. No, qué va, en Ourense fríen huevos en el empedrado porque les peta, no te digo, y los pinos rumorosos arden por hectáreas porque en el fondo somos esquimales y el fin de semana, en vez de ir a la aldea, vamos al iglú del abuelo. Además, el verano, como todo, es un estado mental, y aquí, digan lo que digan los papanatas de siempre, no nos libramos de sudar la gota gorda hasta que pasa septiembre, con sus migueliños dulzones, y llega octubre perfumado de musgo, hojarasca y rabos de pulpo. Al rostro pálido el calabobos de agosto, vaya ful, le amansa algo la quemazón, como cuando la niebla se posa como un inmenso telón de acero sobre la costa … Seguir leyendo

Leer en la playa

Relájate, que estás muy tensionado, échate al sol y lee algo. Vale, pero sin que sirva de precedente, claudica el rostro pálido, a lo mejor es cierto que soy un bicho raro y lo de lagartear en la toalla tiene su punto. Así que baja a la playa, planta la sombrilla con esmero, se unta de protección 50 hasta el cielo del paladar, la camiseta adherida al tórax, la visera atornillada al cráneo y, cuando ya se dispone a abrir el periódico, el chaval de la pistolita de agua, toma chorreo, qué riquiño, si en vez de pistola parece un lanzagranadas. Segunda intentona: sacude, dobla, abre, balonazo en toda la jeta, allá van las gafas a tomar por donde amargan los pepinos. En fin, escupe un par de minchas, traga bilis, ya se conforma solo con mirar de reojo la contraportada, pero, jamematen, ha volado con las esquelas y otras … Seguir leyendo

De compras

Con la estación del ocio y del vicio, el consumismo, que llevamos en la sangre como otros llevan el Rh negativo, se desboca sin remedio. El paganini, ya algo apampanado de fábrica, baja la guardia y, riojita va, cañita viene, cae en las redes de la parentela y los mercaderes, que si nos damos una vueltita por el feirón, solo para mirar, slips de caballero tres por uno, y todo un poco así, hasta que el cajero automático del pueblo ya le saluda por su nombre, qué pasa, choni, otra vez por aquí. Lo más interesante, como siempre, sucede por la noche, porque el colega, cuando aterriza en el cámping tras dejar seco el suministro líquido del villorrio, calcula que, a bulto, se ha pulido tropecientos euros en comprar trastos a los chamarileros, pero, eso sí, se ve muy mono con su sombrero de lentejuelas y sus gafas de corazoncitos … Seguir leyendo

A tu lado

Con la caída del anticiclón de las Azores sobre el mapa, el espíritu gregario del nativo se multiplica por pi, o por pi y pico, no me acuerdo, pero el caso es que si ya en invierno el español de toda la vida es incapaz de realizar en solitario actividades rutinarias, como estudiar Derecho Romano o degustar un sorbo de cafeína, con el termómetro en los 40 centígrados ya no puede ni tocarse las fosas nasales por su cuenta y riesgo. El indígena necesita sentir calor humano junto al pellejo y ahora que ya solo se arrima José Tomás, porque los demás diestros torean con mando a distancia, los que todavía se arriman temerariamente, pero a ti, son esos excursionistas que, mientras tratas de concentrarte en leer el periódico, con treinta mesas de la terraza vacías, van a sentarse justo a tu lado, no vaya a ser, para hacerte compañía … Seguir leyendo

Cosas del folclore

En los países serios, decíamos, no acostumbran a tirar cabras desde el campanario. Por algo son gente civilizada, que tiene industrias en vez de baretos. Pero estos tipos frígidos y que hablan un poco raro, como con una sobredosis de consonantes, también aprovechan el verano para practicar sus ocios populares. Por allá arriba lo mismo celebran el Campeonato del Mundo de Sauna -que consiste, más o menos, en poner a tope el mando del baño de vapor y sentarse a ver a quién le hierve antes la sangre- que inventan el balconing, toma I+D+i, o sea, que el guiri, ya medio chosco por la barra libre, se baja a la piscina sin usar el ascensor, vamos, que salta al agua directamente desde la terraza de la séptima planta del hotel. De vez en cuando, cosas del folclore, la espicha un concursante, pero no pasa nada, maricuela el último. Y nosotros, … Seguir leyendo