La Voz de Galicia
Navegar es necesario, vivir no es necesario (Pompeyo)
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Dos interrogantes

Algunos lectores me han interrogado últimamente sobre dos detalles de la cabecera del blog. En primer lugar, los internautas de más allá del Padornelo se preguntan qué demonios es eso de farrapos de gaita. En efecto, es una expresión estrictamente gallega y de difícil traducción, pero vamos a intentarlo. Literalmente un farrapo es un harapo, un trozo de tela muy gastado, vaya. De ahí, que a esos flecos que cuelgan del roncón de la gaita (el tubo largo, para entendernos), y que suelen andar algo sobados, les caiga el título de farrapos de gaita. Pero siempre hay vida más allá de lo literal, así que la expresión ha cobrado vida propia. El Diccionario de la Real Academia Galega lo explica así (la traducción es del menda): «Farrapo de gaita. Se emplea en construcciones negativas para mostrar el poco aprecio que se le da a algo o a alguien, … Seguir leyendo

Un cuento

Soltaba aquí el otro día, a cuento de la dichosa Eurocopa, que a veces, por una extraña e imprevisible colisión de las galaxias, van y ganan los buenos: la España de Cesc, la prosa de Roberto Bolaño o, ayer mismo, la pintura de Antonio López, por la que un millonetis ha apoquinado en Christie’s 1,74 kilos (de euros, claro, los otros ya no molan, ya no son apenas nada). El tío Gilito de marras ha sacado los doblones de su depósito para quedarse con Madrid desde Torres blancas, óleo que reitera esa tesis de que a veces, por una vibración insospechada de los quarks y las supercuerdas y otras vainas de la física cuántica, la vida es justa y a la chica de la peli no se la lleva el jetas, el gángster, en fin, el canalla de turno. No, viene un tipo de la calle, un … Seguir leyendo

Bukowski en la Red

El primer día que Charles Bukowski se sentó delante de uno de estos artefactos le asaltó la duda, la enorme duda, de si el ordenador iba a ser la máquina que lograse acabar con él, algo que no habían conseguido ni el alcohol, ni las mujeres, ni siquiera la miseria, ya se sabe, cuando era joven y estaba él solo en un cuarto de Nueva Orleáns con un par de ratas y toda su literatura hirviéndole en el cráneo. Lo contó en un memorable poema. Por supuesto, el artilugio no pudo con el viejo poeta y, es más, Bukowski es a día de hoy un privilegiado inquilino de la Red, en la que se pueden degustar algunos episodios conocidos de su leyenda, como cuando, con un par de botellas de más en el cuerpo, plantó a los sesudos tertulianos de Apostrophes, el programa cultural estrella de la televisión francesa. … Seguir leyendo