La Voz de Galicia
Navegar es necesario, vivir no es necesario (Pompeyo)
Seleccionar página

La ballena blanca

Herman Melville (Nueva York, 1819-1891) escribió dos libros que invocan el silencio. En plata: dos libros que invitan a no escribir ni una sola línea más, a no sumar estériles párrafos a la historia de la literatura, quizás ya consumada en sus páginas. Uno se titula Bartleby, el escribiente, donde su protagonista pronuncia la célebre frase, «preferiría no hacerlo», que Enrique Vila-Matas convirtió luego en lema de los escritores que un buen día deciden callar para siempre: los Bartleby.

El segundo y definitivo navajazo a la yugular del sistema literario se llama Moby Dick y provoca el mismo efecto: quien lo lee se ve aplastado por la abrumadora (y casi castradora) belleza de este texto, que lleva al autor contemporáneo a pensar muy seriamente si merece la pena escribir algo después de llegar, sin aliento ya, a este último y demoledor párrafo: «Entonces volaron pájaros pequeños, chillando sobre el … Seguir leyendo

Paradójicamente

Sólo a  mí se me ocurre citar a Bartleby, el escribiente. Su mera mención, en la anterior entrada de este cuaderno de bitácora, ha tenido en mí un efecto devastador, paralizante, como los venenos que las arañas inyectan en sus víctimas para luego poder paladearlas con sosiego. Hace una semana yo mismo me inoculé la pócima del mal de Bartleby al plantar aquí su nombre y, lo que es más grave, su legendaria sentencia: «Preferiría no hacerlo».

Por eso, hoy, aunque tendría que contar algo sobre Mario Benedetti, que también se ha ido a respirar el polvo de las estrellas, sinceramente, preferiría no hacerlo. Podría, por ejemplo, dedicar a Benedetti uno de mis Inicios de novela. Podría citar el arranque, pongamos por caso, de La tregua, que creo que empezaba así: «Sólo me faltan seis meses y veintiocho días para estar en condiciones de jubilarme. Debe hacer … Seguir leyendo

Preferiría no hacerlo

Me gustan mucho la música y las letras de Antonio Vega. Pero no me siento con fuerzas para escribir algo original sobre él, ahora que se nos ha ido. Habrá muchos textos estupendos en la Red y en los periódicos de mañana. Probablemente lo que yo escribiese no aportaría nada al conjunto. Con suerte, podría parir alguna ocurrencia, o contar algo que me pasó con la música de Vega como banda sonora de fondo, o sobre la noche en que lo escuché en directo en la playa de Riazor. Pero, como decía el escribiente Bartleby, preferiría no hacerlo. Así que me acojo a mi derecho a no escribir una necrológica más de Antonio Vega, que ya no está entre nosotros, que se ha pirado con 51 años y muchas otras cicatrices en sus espaldas. Lo único que puedo aportar, ya que estamos en un momento vila-matiano o austeriano, es una … Seguir leyendo