La Voz de Galicia
Navegar es necesario, vivir no es necesario (Pompeyo)
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El verano trae cola

La cola -a pie, en bici o patinete- es otro saludable pasatiempo del veraneante, que acude cada agosto al mismo atolladero, digo, municipio, inflado de 50.000 a 300.000 inquilinos sin mayores aspavientos. Con la superpoblación llega la cola para todo. Hay que levantarse a las seis de la mañana y ponerse en la fila para pillar sitio en la playa, que los legales reservan estirando un par de toallas sobre la arena y los pilluelos dejando al abuelito amarrado a una tumbona para que defienda la parcela, total, duerme como un bendito, le bajamos el volumen del sonotone y listo. Con nuestro palmo de playa en el peto ya podemos emprender a gusto la ronda de colas: la del pan, la del meódromo del chiringuito y la del tren chuchú de los críos, que ya le gustaría al AVE tener semejante demanda. Al final hay que hacer cola hasta para … Seguir leyendo

Navegantes

Antes de que se inventara el GPS, ese cacharrito que nos sopla hacia dónde girar en las rotondas, la gran polémica del verano no eran las escaramuzas dadaístas entre PP y PSOE, ni siquiera el pique entre la Panorama y la París de Noia. El gran pollo era el que se montaba en la endemoniada glorieta cuando el matrimonio de turistas, sin pajolera idea del rumbo hacia el hostal, echaba el freno y la señora, siempre más avispada, apuntaba que lo sensato sería preguntar a un nativo, mientras que el obtuso piloto, cosa de los cromosomas XY, ni de coña aceptaba bajar a la acera con el mapita en la mano. Ahora eso lo resuelve el artilugio, lo único es que veces se vuelve majareta y, como somos unos cutres que te cagas y jamás lo actualizamos, el chisme flipa al ver una autovía sobre los grelos de su base … Seguir leyendo

La cremita

Cuando el rostro pálido está acorralado, cuando, como dijo aquel presidente futbolero, el blancucho se encuentra entre la espalda (sí, la espalda) y la pared, cuando la familia lo amordaza y lo mete en el coche rumbo a la playa, entonces, amigos, hay que untarse de protector solar, porque esa crema es lo único que separa nuestra epidermis de la combustión espontánea. El problema es que elegir un fotoprotector es mucho más complicado que hacer una tesis doctoral. Dónde va a parar. Entre otras cosas porque estos ungüentos siempre tienen un nombre larguísimo en inglés o francés, se ve que el casticismo no mola cuando se trata de vender pomadas. Al final el rayo UVA y sus primos acaban por desplomarse, sin más filtro que las dos canas turulatas que le quedan en la cachola, sobre la calva del veraneante, todavía paralizado ante los relucientes envoltorios de Super Solaire de … Seguir leyendo

Porteadores

El de porteador era un oficio noble, y hasta remunerado, en las películas de safaris, cuando el pobre indígena cargaba con el morral, los rifles y el whisky de importación mientras el bwana, sin apenas despeinarse, ligaba con la rubia de turno, que siempre salía algo pilingui. Hasta los sherpas, esos cachas que suben al Everest con los bultos de los occidentales en la chepa para que los señoritos no se agoten, salen de vez en cuando en los libros de alpinismo. ¿Pero quién se acuerda del estibador veraniego, de ese padre desvencijado que se arrastra por la arena, sepultado bajo el peso de la sombrilla, las cuatro mochilas, la nevera portátil, las tumbonas, la mesa plegable y esa cesta de los juguetes que parece un agujero negro en el que todo entra y nada sale? Ni el pupas. Eso sí, si no rechista, tras el tercer viaje entre el … Seguir leyendo

Telodigoyó

En el cloro, como ya se catalogó en este bestiario, medra el chuleta piscinero. Pero qué sería de la sopa humana sin su otro chulimán: el telodigoyó. Al contrario que Chulopiscinas, que es planta de exterior, el sabihondo de aguas estancadas es capullo de interior y ejerce a cubierto, en el vestuario masculino. Se ve que este humedal aviva su seso (ojo, con ese), porque el catedrático de todo cuando se crece es recién duchadito y bien ajustados los gayumbos a sus partes. Ahí el telodigoyó propina a sus colegas de banquillo una ponencia sobre macroeconomía que ni las bravatas de Fidel cuando era Fidel. El listillo al vapor sabe más de fútbol que Del Bosque, más de cardiología que todos los especialistas del Chuac juntos y, como se te ocurra mentarle la TDT, te puede asestar una chapa sobre los megahercios que lo de Guantánamo suena a coña marinera. … Seguir leyendo

¿Dormir? ¿Para qué?

Nunca se madruga tanto como en verano. A los chavales, que son unos cachondos, durante el curso hay que extraerlos de la cama con intervención de los antidisturbios, pero en agosto ya se despiertan ellos solos a las 7.15 o’clock. El día que más se madruga es el del viaje, aunque sea para ir a Sanxenxo, da igual, la santa y la suegra se confabulan (ríete tú de la OTAN) para que amanezca más temprano, así que te levantas antes de acostarte y al final llegas al destino no para cenar, que era la idea, sino para desayunar unos churritos. Y lo de dormir de noche sí que es un sueño de verano, porque para algo están los 32 grados, que no se alivian ni con la cabeza metida en la nevera, el after hours de la esquina, que pone el Waka Waka tan alto que parece que Shakira … Seguir leyendo