La Voz de Galicia
Navegar es necesario, vivir no es necesario (Pompeyo)
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Thoreau, el eremita del lago Walden

El 4 de julio de 1845, mientras sus convencionales y sosainas vecinos de Concord (Massachusetts) se afanaban en celebrar con cohetes y trompeterías la independencia de Estados Unidos, el díscolo Henry David Thoreau recogía sus escasos bártulos y se largaba a vivir a una cabaña a orillas del lago Walden, en una finca que le había prestado —para que viajase hasta el fondo de su soledad— otro de los grandes de la literatura norteamericana: Ralph Waldo Emerson. Entre sus austeros troncos y con el escueto decorado de una mesa y tres sillas («una para la soledad, dos para la amistad y tres para la compañía», dejó escrito) Thoreau caligrafió noche tras noche, a la luz del quinqué y con la tinta de su propia vida, una obra maestra sin fisuras: Walden.
El ensayo, escrito con la brillante y diáfana prosa de la mejor tradición anglosajona de la … Seguir leyendo

Aquel cine hecho de carne y palabras


Hubo un cine que se hacía de carne y palabras, con guionistas enjaulados en su caravana tecleando hasta que les sangraban adjetivos por las yemas de los dedos y llegaba el regidor resoplando a buscar los diálogos porque había que rodar la siguiente escena en cinco minutos. Un cine construido con actrices insaciables, omnívoras y mimadas, de ojos delincuentes y letales, que siempre llevaban el salivazo de un insulto guardado en el liguero para escupirlo sin piedad al primer idiota que se les arrimase en la alfombra roja con la frase o la jeta equivocada.
A esa estirpe pertenecía la indómita Elizabeth Taylor, tal vez la última gran estrella de aquel firmamento irrepetible de cuando Hollywood era Hollywood y no esa triste sucursal de Wall Street que ha cambiado a los antiguos peliculeros por gélidos contables con manguitos. Aquel cine era la vida misma. Quizás porque en los camerinos … Seguir leyendo

Peter Pan cumple cien años

El niño que no quería crecer ya es centenario. Aunque el imperecedero personaje forjado por el escocés James Matthew Barrie (1860-1937) asoma por primera vez en la obra de teatro Peter Pan o el niño que no quería crecer (1904), el insurrecto chaval y sus descarriados colegas del País de Nunca Jamás saltan al estrellato definitivamente en 1911 con la aparición de la novela Peter y Wendy, base de las incontables adaptaciones posteriores en formato literario, escénico y, sobre todo, cinematográfico.

 Desde entonces, el mito, al contrario que el pequeño revoltoso, no ha dejado de crecer. Peter Pan ha sobrevivido a la muy edulcorada versión en dibujos animados de Walt Disney e incluso ha dado nombre a un síndrome psiquiátrico (el de los sujetos que se niegan a madurar) y a unos leotardos inspirados en sus mallas verdes.

El libro original de Barrie pertenece a esa inclasificable especie denominada … Seguir leyendo

Como el musgo

Esta crisis multimedia, que nos electrocuta el cerebelo en tiempo real desde la pantalla en 3D del Dow Jones, este crac insaciable que casi sale en el telediario más que el airado Mourinho, se ha llevado por delante algunas de aquellas entrañables conquistas por las que nuestros mayores se habían dejado el pellejo en las trincheras de la historia. Así que, bajo el chaparrón de derechos y servicios sociales guillotinados, en pleno derrame laboral, puede resultar chocante contarle al tipo que está en la cola del paro que la inversión en cultura se ha desplomado hasta la anécdota. Ya se sabe: si no tienes para pan, no gastes en estampitas. Correcto. Pero la cultura también es una industria con muchos empleos en juego que hay que mimar. Sobre todo en Galicia, donde el talento, como el musgo, crece sin más sobre el lomo de las piedras.… Seguir leyendo

Una voz de poderosa seda

Entre el muy literario barrio barcelonés de Gracia y el venerable sillón K de la Real Academia Española deambula, con su bulliciosa imaginación elevada a la enésima potencia, Ana María Matute, esta niña de 85 años que suma ahora su nombre a la exquisita nómina del Premio Cervantes. Si en este país no fuéramos como somos hace ya tiempo que «la Matute», como a ella misma le gusta llamarse, tendría en sus anaqueles el gran galardón de las letras españolas. Y, si no fuéramos como somos, sería inimaginable que solo otras dos escritoras, María Zambrano y Dulce María Loynaz, hubieran alcanzando antes esta distinción. Claro que Ana María Matute está acostumbrada a abrir puertas selladas. Fue la tercera mujer, en tres siglos de historia, en franquear el umbral de la RAE y ahora es la tercera en añadir el Cervantes a su palmarés, en el que solo se echan … Seguir leyendo

De saldo

La maldita crisis nos la explican en cada telediario los profetas del pasado con mucho alarde de gráficos, esas líneas tortuosas que siempre van cuesta abajo y sin frenos, salvo la silueta del paro, que trepa por las paredes como aquel Induráin de las siestas de julio. Uno ve ese electrocardiograma de la economía nacional y europea y, sin mayores análisis, ya sospecha que el enfermo está para que lo ingresen en planta y lo enchufen a un gotero con algo más que suero fisiológico. Pero cuando se descubre que el paciente ya está camino de cuidados intensivos es al comprobar que, más allá de lo que se pueda leer en las tablas al pie de su cama, presenta graves síntomas de pérdida de consciencia y se encomienda a ciegas, no al sabio internista que durante tantos años cuidó su mala salud de hierro, sino que pone su vida en … Seguir leyendo