La Voz de Galicia
Navegar es necesario, vivir no es necesario (Pompeyo)
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Rufián

Lo mejor del debate de ayer es que, cuando acabó, pusieron en la tele Le llamaban Trinidad, y los frikis de los setenta nos desintoxicamos de tanta tribuna con los guantazos de Terence Hill y Bud Spencer, iconos culturetas de aquella infancia a la sombra de Cruyff y otros gigantes.

Mientras en el backstage de Twitter nos dábamos a la bebida para olvidar, algunos todavía recordábamos haber estado en garitos (incluso en auténticos tugurios) donde los parroquianos guardaban mucho mejor las formas y el equilibrio que sus señorías en la carrera de San Jerónimo.

Menos mal que en medio de esa debacle asomó Gabriel Rufián, un Eugenio pasado de pipermint, como clavó Jorge Bustos en un tuit de media tarde. Rufián es ese tipo por el que los que nacimos después de 1970 llevábamos esperando toda una generación. El puto amo. El elegido. Podría haber traído el … Seguir leyendo

El milenarismo era la máquina de escribir

Para los apocalípticos de las nuevas tecnologías, conviene releer este texto publicado el 5 de marzo de 1886 en La Voz de Galicia sobre la llegada de las temibles máquinas de escribir:

Dentro de poco se habrá quizá olvidado el arte de la escritura. Las máquinas de escribir sustituyen a los mejores pendolistas con grandes ventajas.

Recientemente se ha inventado la máquina Hammond. Es un perfeccionamiento de las anteriores. Consta de un teclado en que cada tecla corresponde a una letra.

Un hombre hábil que domine el aparato puede escribir diez o doce letras por segundo. La máquina cuesta 500 francos o menos. La escritura queda con la corrección e igualdad de la letra impresa.

En adelante no será necesario saber escribir. Bastará saber tocar el teclado de la máquina y los escritos podrán hacerse con la misma velocidad que la palabra hablada, resultando la escritura una verdadera taquigrafía.

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David Foster Wallace en el Gadis

Cada vez que voy al Gadis y me enfrento a la temible cola de la pescadería, donde hay venerables ancianas agazapadas entre los salmonetes, a la espera de que sea tu turno para desenfundar un número previo al tuyo, me acuerdo de David Foster Wallace (DFW) y su maravilloso discurso Esto es agua.

En el arranque cuenta una historia sobre dos peces jóvenes que nadan felices e inconscientes:

-Había una vez dos peces jóvenes que iban nadando y se encontraron por casualidad con un pez mayor que nadaba en dirección contraria: el pez mayor los saludó con la cabeza y les dijo: «Buenos días, chicos. ¿Cómo está el agua?». Los dos peces jóvenes siguieron nadando un trecho; por fin, uno de ellos miró al otro y le dijo: «¿Qué demonios es el agua?».

La conferencia se puede leer en la Red en su versión original, o en la … Seguir leyendo

Saudades de Barcelona

arton1542

 

Quienes echamos tanto de menos ir al cine y al teatro como las personas normales hasta echamos de menos, como contó Miguel-Anxo Murado, la forma que teníamos antes de no ir al cine, que consistía en que alguien nos explicase adornándose de qué iba la película en cuestión. Entre los extraños vicios que cultivamos los nostálgicos del cine y el teatro está la manía de leer las reseñas de nuestros críticos de cabecera para vislumbrar qué veríamos si algún día volviésemos al cine o al teatro. Con esa curiosidad patológica leemos a Marcos Ordóñez, un sabio cronista de los escenarios y un escritor al que ya adoramos desde sus libros sobre las agitadas biografías de Perico Vidal o Ava Gardner.
Ahora regresa con Juegos reunidos (Libros del Asteroide), un volumen difícil de encasillar en un solo género, que navega entre la autobiografía y el relato fragmentario. Ordóñez … Seguir leyendo

Reivindicación y elegía última del Airgam Boy

Soy de 1971. De los últimos polvos del baby boom. O casi. No recuerdo a Franco. Solo guardo una borrosa memoria de su muerte, supongo que más bien porque alguien me lo contó muchos años después. Ese día los trolebuses -sí, aún había trolebuses entonces en A Coruña– llevaban crespones negros en los retrovisores. No había colegio, pero tampoco dibujos animados por la tele. Un timo de tarde libre.

De aquellos tiempos, de finales de los setenta y principios de los ochenta, conservo mi colección de antiguos Don Miki. Sus contraportadas, que el avispado editor aprovechaba para vender como espacio publicitario, son una especie de enciclopedia sociológica del juguete tardo y postfranquista. Por allí pululaban las huchas Miss Money de Congost: la Ratita era la favorita de los pequeños ahorradores compulsivos; las muñecas de Berjusa: Miniño cantaba Cinco lobitos con pasmosa tenacidad, Minena 1 Seguir leyendo