Dicen que cuando somos jóvenes amamos los suburbios y lo sórdido y que, a medida que envejecemos, buscamos el centro de las ciudades y los escenarios luminosos. Es como si una brújula secreta nos llevase a rastrear las huellas de esa luz que vamos perdiendo. Volvemos entonces a los lugares de los hechos, esas calles, esquinas y paisajes que son lo que hemos sido, como esa ventana que en el jardín de San Carlos se abre sobre A Coruña; o la escalinata que en Lugo baja de la plaza Mayor a la catedral y en la que se lee una placa con algo de Luis Pimentel, el poeta que supo ver la sombra del aire en la hierba, otro enorme poeta de las cosas minúsculas; o la Luna como una inmensa epifanía sobre las nieves de los montes Bitterroot en Montana; o la piedra de oro de la Quintana dos Mortos en Compostela; o la Merrion Square de Dublín, donde la primavera, esa palabra sodomizada en tantos versos, a veces adquiere sentido; o unos azulejos borrosos de lluvia en el carrer Petritxol de Barcelona; y tantos otros rincones en los que han quedado jirones de carne, de palabras, de ese yo infinitesimal que somos a cada paso en los lugares de nuestros hechos.
Fotografía: Merrion Square, Dublín, en 1900. Fuente: The National Archives of Ireland, www.nationalarchives.ie
Preciosa estampa de un tronco de capa azabache con sus respectivos luceros blancos. Enganchados con guarnición inglesa, tiran de una jardinera guiada por un cochero con bombín. Con una gorra de doble visera como la que usaba Sherlock-Holmes se cubre el lacayo que se vuelve a un personaje que observa desde la acera. Una pareja de viandantes se difuminan al fondo. Siguen la escena desde lejos y no hay más ruido que el de los cascos al ritmo del paso de los caballos,… si acaso un saludo que ha contestado el lacayo mientras el cochero permanece concentrado en guiar, con su fusta en la mano en los grados precisos. Brillan los collarones y los cejaderos. No es un enganche de diario. Seguramente recogerán a alguien importante en la estación. La jardinera es un coche adecuado para cargar baúles repletos de recuerdos de Egipto o de Ceylan.
Ay, casi se me sale el corazón al ver la foto. Pero si yo he visto la original en el museo. Paso mucho tiempo en Irlanda, en especial en Dublín, aunque reconozco que Belfast y toda Irlanda del Norte me gustan especialmente. Hace poco que he vuelto de allí. Suelo alojarme en un bed and breakfast cercano a la calle Merrion Square, al lado del Parque Merrion, uno de los más bellos que conozco. Justo en una esquina está la escultura de Oscar Wilde. El escritor vivió en una casa de la calle Merrion.
Bueno, se lo paso a Innisfree para que te visite.
Precioso texto, pero es que la foto me maravilla.
Besos,
Marta
Me alegro mucho, Prometeo, de tenerte de nuevo por aquí. Se te ha echado de menos, sobre todo por esos comentarios como el que acabas de dejar en este post. Bienvenido, pues, de regreso a tu casa.
Marta, yo también soy un enamorado de Dublín. Allí viví el curso 1993/94, como humilde estudiante del programa Erasmus en la University College Dublin. Me acuerdo bien de Merrion Square, un lugar fabuloso, al que espero volver pronto. Ya me contarás cómo se llama ese bed and breakfast… Por cierto, ahora añado Innisfree a mis enlaces, que era algo que quería hacer desde hace tiempo, menos mal que ahora me lo recuerdas…
en Dublín pasé muy poco tiempo… pero fue ver la foo y pisar tierras familiares… y supe que estaba allí, después lo dudé y al final fue el absurdo sentimiento de que uno vuelve a casa después, a una en la que apenas estuvo… acaso lo soñó? en fin, yo desvarío porque no sé lo que digo, pero es que con las palabras de este post he ido haciendo un viaje infinitesimal, la eternidad de los breves instantes que ha durado su lectura y he querido seguir saboreando el olor de una añoranza robada… de pronto me di cuenta de cómo echaba de menos leerte…
dejo besos y saludos..
Ada..
Ya que salió Oscar Wilde…
¿No fue él quien dijo: “El mejor profeta es el pasado”?
Luis, ya me lo habían comentado, pero ¡vaya nivel que tienen los blogs de Galicia!
Has elegido una foto que tiene historia y metahistoria. En Entrenómadas habrían pedido que sugiriéramos un argumento para dotar de vida a esa imagen centenaria. Menos mal que tú no nos obligas a trabajar. Podemos disfrutar de esa calle casi solitaria, ocultándonos quizá en el carro, o viéndolo a distancia desde el parque (espectacular, por cierto, Merrion Square). En fin… Uno de mis lugares preferidos de Dublín.
Me anoto la fuente (seguro que me proporciona interesantísimos recursos para mi blog monográfico de Irlanda). Gracias.
Slán go fóill (hasta pronto).
¡Y feliz Samhain!
Chesús
Prometeo, no sé si esa frase no será de Lord Byron, pero no me hagas mucho caso… Oscar Wilde (otro de mis monstruos de cabecera) tenía, en efecto, una casa en la Merrion Square y allí al lado está su escultura.
Ada, me alegro mucho de tenerte de nuevo por aquí. No tardes tanto en volver! Besos
Chesús, feliz Samhain (por aquí le llamamos Samaín, a las bravas, que algo de celtas también tenemos) a ti también.
Saludos para todos y gracias. Buen fin de semana, porque voy a desconectar hasta el lunes, que me reclaman mis niñas.
Encántanme as fotos antigas porque fanche recordar non so cómo era a vida hai anos, senón porque tamén che permite ver a evolución dun lugar co paso do tempo. Un espacio que permanece, non así a xente. Iso si, non é alleo a sociedade na que se encadra e sufre en primeiro grado a transformación, unhas veces para ben e outras para mal porque se bota a perder coa construcción de novas vivendas. En fin, que é algo que che fai reflexionar e que che recorda que a vida pasa, a xente tamén, pero os lugares e espacios permaneceran aínda qu adaptados á continua transformación socioeconómica.
Un saúdo, amigo
Carpe Diem