En tiempos de 3D, efectos megaespeciales, alardes virtuales, pitufos tamaño King Size (perdón por la redundancia) y otros avatares, Michel Hazanivicius viene a recordarnos con The Artist que el celuloide, para emocionar, ni siquiera necesita tomar la palabra. Basta una cámara y un puñado de actores para hacer arte. Así nació el cine, mudo y en blanco y negro. Y así fue hasta que Al Jolson le puso voz a El cantante de jazz (el sonoro, y no los disparos de los borrachines, fue finalmente quien largó al pianista de los salones). Pero incluso en este atribulado 2012 los actores se pueden salir de la pantalla (y del mapa) solo con su interpretación. No hacen falta las malditas gafas de plástico ni otras triquiñuelas tecnológicas. Para tres dimensiones, ya tenemos la cruda realidad. Y, para pitufos, ya están los sobreexcitados coristas del Padre Abraham.
Hollywood enmudece
por Luis Pousa | Ene 17, 2012 | Columnas de La Voz de Galicia, General | 1 Comentario
Bueno, «The artist» no está nada mal como ejercicio de emulación de otro cine y de otro tiempo, pero como película, más allá del enorme encanto que derrocha, contiene imperfecciones que van de lo leve a lo relativamente grave. Ese ejercicio de emulación resulta incompleto, imperfecto, presenta alguna que otra incongruencia, pero es que además, en el cine mudo no por ser mudo se dejaban de cuidar los guiones, de crear tramas secundarias, de caracterizar bien a los personajes. Aquí la protagonista es tan desconocida al final de la película como al principio, no hay tramas secundarias; por no haber, no hay más que una actriz de reparto que apenas sale…
Y en cuanto a la llegada del sonoro, todo el mundo piensa, en efecto, que la cosa se inició con «El cantor de jazz», pero no es así. El año anterior, sin ir más lejos, fueron cuatro las películas que incorporaron bandas de sonido sincronizadas externas a la película (el sonido no se incorporó al celuloide hasta un par de años después), y una de ellas es un festival musical que incluye una orquesta clásica y un cuadro flamenco llamado The Cansinos, con una niña muy pizpireta y graciosa que hace sus pinitos zapateando y que se llamaba Margarita, conocida década y pico después como Rita Hayworth…
Un abrazo