Como todos los otoños, llega octubre y se reproducen las quinielas sobre los candidatos al Nobel de Literatura, cuyo ganador se anunciará mañana jueves. Al igual que en los últimos años, se barajan los nombres de dos clásicos ya de estas listas: Mario Vargas Llosa y Philip Roth. Los dos tienen a favor su indiscutible obra literaria, pero Llosa tiene que luchar con el sambenito de sus ideas políticas (y de aquel fallido intento de presidir Perú) y Roth con su nacionalidad norteamericana, una etiqueta que juega a favor para ganar los premios de Física o Medicina pero que, llegados al terreno de las letras, parece ser últimamente un lastre insalvable.
Por el conjunto de su obra, probablemente Roth no tenga hoy rivales en la escena internacional, pero quién sabe con lo que puede sorprendernos la siempre original Academia sueca. Sólo hay que recordar que los tres grandes (Joyce, Kafka y Proust) se fueron al otro barrio sin la famosa medallita de Alfred Nobel y que, al morir Borges, un diario argentino tituló, certeramente: «El Nobel se queda sin Borges». Pues eso, que tal vez hasta sea un honor que no te lo concedan, aunque como apuntaba el gran Camilo José Cela, que sí lo obtuvo, alguno hasta daría un brazo a cambio del Nobel.
Aquí van algunos enlaces y antiguos escritos sobre Roth. Si mañana gana, ya nos vamos adelantando, que es lo suyo en esto de Internet, ¿no?
El regreso de Nathan Zuckerman
Philip Roth en The New York Times
Actualización: Uno de los mandamases de la Academia sueca descarta a los autores estadounidenses (vía Café Babel). ¿Será la clásica maniobra de despiste? ¿Qué ocurriría si lo gana Thomas Pynchon? ¿Acudiría a la ceremonia oculto bajo un pasamontañas?
Por cierto, ahora que me acuerdo, cuando era pequeño y soplaba el frío del Atlántico mi madre se empeñaba a veces en colocarme el odioso pasamontañas, que llamaba con una palabra fabulosa: verduguito (véase definición del DRAE). Menos mal que, con tanto cambio climático, los verdugos han quedado extinguidos de la faz de la Tierra.
Ojalá!
Paco, a ver si mañana los suecos nos dan una alegría a los lectores de Roth. Un abrazo.
Me encanta Philip Roth, sólo tengo una pregunta que me gustaría hacerle a él, pero como te tengo a ti más a mano… ¿Por qué esa obsesión con la felación????
Miguel, los senderos de Roth son misteriosos… Sólo Philip podría contestarte a esa sesuda cuestión.
Ups! Perdón. Isto é unha conversa de homes…
Ni mucho menos, Amalia, pero créeme que sólo aprobé el texto al que te refieres por no censurar a los comentaristas, aunque, obviamente, a menudo no esté de acuerdo con el tono, ni con el fondo… Eres bienvenida, por favor, apórtanos un poco de nivel a los comentarios!
Pero de felacións non vou falar, eh!
Non, por favor, falemos de Philip Roth, que se non vou ter que eliminar os comentarios e comezar de novo isto!!!
Pois falando de Philip Roth… eu quero que llo den a Sábato. Lo siento.
Home, Sábato está ben, pero eu, nese caso, xa llo daría a Vargas Llosa (aínda que só sexa por Conversación en la Catedral, que é unha xoia), pero, en fin, seguro que os suecos fanse de novo os suecos e sorpréndenos unha vez máis!
Pero no me faltes, encima!! En todas las novelas que he leído de Roth sale una felación. Es un hecho objetivo que estoy dispuesto a demostrar.
Hombre, no era mi intención faltarte, ya lo sabes. No hace falta, Miguel, que entres en detalles. Además de esa variante que tú mencionas, Roth también incluye un amplio repertorio de esos juegos en todas sus novelas. Pero creo que nos estamos desviando del tema literario…
Pois xa que nos desviamos do estrictamente literario, digo só que todo o que lin de Vargas Llosa -incluida ‘Conversación en la Catedral’-, gustoume moito -ainda que acabo de recordar que hai uns anos lin as primeiras páxinas de ‘Lituma en los Andes’ e o deixei para sempre-, pero precisamente porque estou certa de que o arequipeño durme moi mal estas noites, preferiría que non llo desen.
Bueno, pues hablando de literatura, me gustaría que se lo llevase. Y, en contra de uno de los expertos consultados por La Voz, me parecería poco menos que aberrante que se lo dieran a Murakami.
Siempre cabe la posibilidad, Miguel, de que la Academia se saque de la manga a un poeta esquimal que vive aislado en un iglú rasguñando sus versos sobre la bóveda de hielo… (con todos mis respetos a las minorías marginadas). Mañana lo sabremos.