Lo contó en La Voz Miguel-Anxo Murado: en la película El mundo nunca es suficiente James Bond (encarnado por un pletórico Pierce Brosnan) se zurraba a tope con los malos para salvar un oleoducto que cruzaba Georgia. Lo curioso es que, como apunta Murado en su artículo, el oleoducto no existía en 1999, fecha de estreno del largometraje, en el que una deslumbrante Sophie Marceau (en el pellejo de Electra King) se deslizaba entre el bien y el mal, muy al estilo Skywalker sénior, azuzada por un Robert Carlyle al que recordamos en sus grandes papeles de Trainspotting y Full Monty.
Ese oleoducto, que pasó de un plumazo de la ficción al mundo real, es ahora una de las razones para los combates entre rusos y georgianos en Osetia. Murado ha titulado su columna, con acierto, Licencia para hacer la guerra. Ya veo a los sesudos estrategas chapándose a partir de ahora las pelis de 007 para ver por dónde pueden ir los tiros (nunca mejor dicho). Y, si no, que contraten de asesores del Foreign Office a los guionistas de la saga Bond, que se ve que tienen más imaginación (y cabeza, por supuesto) que ciertos políticos.
Yo leo a Julio Verne y Emilio Salgari, (creo que los dos eran masones). El padre de la profecía francés falló en algunas cosas, pero Salgari en la novelucha de medio pelo «Capitana de Cuba» describiendo la batalla de Santiago de Cuba y la derrota de Cervera, se hacía testigo del fin de un imperio y el nacimiento de otro que relató magistralmente de forma precisa. Tengo obras en casa y los libros en cajas, por eso me es imposible encontrar la edición popular que encontré en una librería de viejo, pero cuando pueda os transcribiré algún párrafo con permiso del dueño del blog. Salgari, autor también de la novela que dio pie a Sandokan (serie que todos recordareis, sobre todo las tías) estaba describiendo los problemas de la descolonización. Si os fijáis en el contexto histórico en la fue escrito el relato, os llamaría más la atención de que los buenos y guapos eran los colonizados o cimarrones revelados y no los occidentales, que eran representados como tiranos represores. Es sorprendente la antelación del pronóstico, tanto como la de James Bond, pero en el fondo todo tiene una lógica, y tarde o temprano se cumple inexorablemente.
Por supuesto, Prometeo, tienes todos los permisos necesarios para contarnos esa historia de Salgari. Yo, lo confieso, también era un pequeño Sandokán con pañuelo rojo en la cabeza y todo. Gracias, una vez más, por tus aportaciones al blog, que se quedaría en los huesos sin vuestros comentarios.
Un abrazo