La Voz de Galicia
Navegar es necesario, vivir no es necesario (Pompeyo)
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Corren tiempos chungos, bobos, sosos, aburridos, burocráticos, de gris funcionarial y uniforme. En otro país, en otra década, con cuatro millones y pico (mucho pico) de parados en la cola del Inem, el humo de las barricadas lo iban a cheirar hasta en la estación espacial esa que anda rulando por la galaxia, sobrevolando nuestros cabezones, cada vez más mondos y lirondos. Pero en este pedazo de planeta, Occidente, Europa, España, península Ibérica, como se diga, lo que se estila, verano ya del 2010, es la tarifa plana universal, que no es lo mismo que el encefalograma plano, pero casi.

Está plano el periodismo (siempre la autocrítica por delante). Está plana la literatura. Está plana la política, ocupada por los hombres grises, como en aquella novela de Michael Ende (Momo, creo que se titulaba). Y eso que llamar gris a ZP y a Rajoy, vaya dúo, ya me parece una sobrada, un exceso, un barroquismo desmedido e hiperbólico como las sagradas torres del Obradoiro.

Estamos, pues, aplanados, como esas teles de plasma que nos hacen añorar los aparatos de tubo sobre los que se colgaban tapetes de ganchillo y toros de tamaño (casi) natural. A ver si de tanto recortarnos y apretarnos el gaznate, resucitamos, no sé, abrimos un libro, algo de e. e. cummings, por una página cualquiera y descubrimos, como una fulguración, palabras como estas: «me levantaré mil años después besando flores e hincaré mis dientes en la plata de la luna» o «nadie, ni siquiera la lluvia, tiene unas manos tan pequeñas». A ver si, aunque sólo sea sobre el papel, nos rebelamos contra tanta planicie.