La Voz de Galicia
Navegar es necesario, vivir no es necesario (Pompeyo)
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Apuntes de emergencia. De nuevo en la carretera, en la brecha, en el tajo, como se diga. Vuelvo al hoyo, al búnker, al ordenata, al curro. Se ha esfumado un mes a vuelapluma, como quien no quiere la cosa. Un mes que sospecho que han batido a sopapos en el acelerador de partículas ese, porque en apenas treinta días me ha pasado de todo, de lo mejor y de lo peor que la vida guarda para nosotros. De lo mejor, claro, porque ha llegado Alicia, con su vendaval de felicidad infinita, y encima el Día del Libro, cuándo si no. Y porque hemos publicado, tocado y presentado El Libro del Voyeur, del gran Pablo Gallo, que precisamente hoy se representa en la Feria del Libro de Madrid. Que Dios reparta suerte a los 69+1 erotómanos. Pero también, maldita sea, llegó lo peor, porque se nos fue otro de los Gallo de los Altos de Burgos, Juanjo, compañero y amigo de las trincheras del periodismo local, probablemente el único periodismo verdadero, el único que todavía conserva un átomo del genuino arte de escuchar, ver y contar. La última vez que vi a Juanjo fue, precisamente, en la presentación del Libro del Voyeur, de su primo Pablo. Supongo que la vida debe de ser esto. A veces se parece al Día de la Marmota y nos sepulta en la rutina y otras parece que el conductor del bus se ha vuelto loco y avanza a 200 por el carril contrario de la autopista. La vida tal cual. Hostias y rosas. O como se diga.