La Voz de Galicia
Navegar es necesario, vivir no es necesario (Pompeyo)
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Uno de los textos más extraordinarios que nos legó el gran Ramón Gómez de la Serna fue sin duda El circo, en el que el escritor, ya en la primera página, confiesa: «Mi verdadera profesión es la de cronista del circo». Quizás esa sea la vocación frustrada de todo periodista y, para disimular, como ya no quedan circos, nos dedicamos a ser cronistas de plenos municipales o de partidos de fútbol, que sí, que ciertamente tienen su toque circense, pero no son lo mismo.

En fin, como ya digo que no quedan muchos circos, que sólo de vez en cuando se dejan caer con sus carpas y sus jaulas por los arrabales de la ciudad, tenemos que conformarnos con los circos imaginarios, como ese maravilloso Cirgo Rigatoni que se han inventado Pinto & Chinto, nombre de guerra de la pareja artística formada por el escritor Carlos López y el ilustrador David Pintor. Circo Rigatoni es una joya literaria de 63 páginas, publicada en gallego por Everest, destinada en un principio a los pequeños lectores, pero que los adultos leemos de un tirón, fascinados bajo esa carpa de palabras por las andanzas del domador Centofanti, el faquir Capolungo, el forzudo Della Ventresca, el hombre bala Gambarotta, el lanzador de cuchillos Astolfoni, el mago Carotenuto, el malabarista Stornelli, el payaso Montefiorino, la amazona Dal Pozzo, la contorsionista Dal Bosco, la funámbula Castelnuovo, la mujer barbuda Zambarbieri y la trapecista Quintarelli.

Y, mientras leemos estos fabulosos relatos, podemos creer que estamos cumpliendo ese sueño de convertirnos en cronistas del circo, esa vocación frustrada que a estas alturas de la película ya no tiene arreglo. Durante un instante también nosotros llevamos en la cartera, junto a los papelotes cotidianos, una tarjeta de visita en la que, bajo nuestro nombre, se lee: cronista del circo.

Ilustración: Violetta Zambarbieri, la mujer barbuda, por David Pintor.