La Voz de Galicia
Navegar es necesario, vivir no es necesario (Pompeyo)
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marse.jpgHa ganado el Premio Cervantes Juan Marsé (Barcelona, 1933), uno de los buenos. En una ciudad tantas veces retratada por la literatura, Marsé supo encontrar su voz propia y clavar sobre el papel, como pocos, la verdad grisona y sucia de aquella larga posguerra. Si me tengo que quedar con una de sus novelas y con uno de sus inicios, elijo el comienzo de Si te dicen que caí (título extraído, como se sabe, del espantoso himno de la Falange), el gran relato de la infancia en un barrio de la Barcelona de 1942, cuando el único recurso para escapar de la realidad era inventarse otro mundo. Por eso Sarnita y sus colegas jugaban a las aventis: a fabular aventuras que los rescatasen de aquel paisaje de descampados físicos y mentales. Aunque, como advertía Sava, las aventis, como la propia literatura, probablemente sólo conducen a la locura: «Tú siempre rumiando aventis, Sarnita. Acabarás majara». Y así comienza esta hermosa, aunque algo olvidada ya, novela barcelonesa:

«Cuenta que al levantar el borde de la sábana que cubría al ahogado, revivió en la cenagosa profundidad de pantano de sus ojos abiertos un barrio de solares ruinosos y tronchados geranios cruzado de punta a punta por silbidos de afilador; un remoto espejismo traspasado por el aullido azul de la verdad. Y que a pesar de las elegantes sienes plateadas, la piel bronceada y las sortijas de oro que aún lucía el cadáver, le reconoció; que todo habían sido espejuelos, dijo, en aquel tiempo y aquellas calles, incluido ese trapero que al cabo de treinta años alcanzaba su corrupción final enmascarado de dignidad y dinero». (Si te dicen que caí, Juan Marsé, Catédra Letras Hispánicas, edición de William M. Sherzer)