Ya os contaba el otro día que para esto del periodismo hay que ser, antes que nada, polivalente. En unas horas he pasado de trastear con el blog y escribir de Saul Bellow a perpetrar una columna sobre el presupuesto de la Xunta. Eso sí, con una parada intermedia en el saqueo de las cuentas bancarias de Sarkozy en Internet. Lo cierto es que la polivalencia, o como se diga, es una de las cosas más divertidas de este oficio, porque cuando llegas a la redacción nunca sabes de qué vas a acabar escribiendo.
Esto del todoterrenismo, que no consiste en conducir uno de esos enormes coches con pinta de tanqueta, sino en darle a todo, tiene un riesgo, claro, que es meter la pata. Y seguro que la metemos. Hasta el fondo. Pero, por lo menos, espantamos un poco el peligro de caer en eso que el amigo César llama desprendimiento de rutina.
¡Qué tiempos aquéllos en que te daban un plus o te pagaban el articulito! La culpa es de Bécquer por vaticinar que esas golondrinas ya no volverían. Saludos.
De las golondrinas no tenemos noticia desde que Bécquer dijo eso de que no volverían. Precisamente el gran Ramón Gómez de la Serna se dedicó a escribirles cartas para ver cómo andaban, pero nada, por aquí ni aparecieron.
Saludos
Sí, levas razón. A min o que nunca me gustou foi a sección de economía. A miña preferida, por outra parte, é clara: os depores.
O que boto en falta é, unha verdadeira especialización do xornalismo. Porque iso nótase. Saber do que se escribe é moito mellor. Evítanse tremendor gambazos ou imprecisións.
Poño un exemplo para que me entendades:
Falando dun deportista, nomea como o apelido que ningúen coñece. Poñamos por exemplo Raul González Blanco. E di «Blanco». Con Rául xa sei que non pasa, pero sí con outros coñecidos aínda que non de primeiro orden. Sí, xa sei que tamén hai becarios ó que non lles queda máis remedio que escribir do que lle mandan, ou persoas que sin ser becarios están supeditados ó que lles manda o redactor xefe. Sí. Pero debemos preocuparnos por aprender do que escribimos. Con todo, abogo por un xornalimos especializado por temas: cultura, deportes, política, economía, televisión, internacional, etc.
Pero todo isto non quita o tremendo mérito dun todoterrenista. Como se soe dicir: hai que saber algo de todo e moito de algo
Un saúdo, amigo
Carpe Diem
Mi abuelo enganchaba bueyes y aún cuando ya había dos tractores en casa, mientras vivió nunca dejó que se vendiera su yunta de “marelos”. El tenía a gala haber sacado muchos tractores de las brañas y nos decía que en la vida hay que ser como la vaca del pobre.
En un tronco de caballos o una yunta de bueyes cada uno tiene su sitio. El de “mano” a la derecha y el de la izquierda al otro lado y salvo que estén muy acostumbrados, suelen «rebotarse» si se altera su posición. Los pobres tenían una sola vaca y cuando tenían que hacer alguna labor de campo dura, pedían otra prestada. Nunca sabían de qué mano era y por lo tanto su vaca tenía que trabajar a las dos manos. El insistía tanto en esto que siempre lo he tenido presente en mi vida. Hay que saber tirar siempre estemos donde estemos. Esa especie de todo-terrenísmo es una buena higiene mental y la empatía para entender un poco de todo es más necesaria hoy que nunca. Recuerdo también en mi infancia que estudiábamos con la enciclopedia Aguilar, que era un compendio de todo el conocimiento e incluso sobraba espacio para aquello de Formación del espíritu nacional. Conjugar aquellos conocimientos básicos nos daba más instrumentos en la vida que los altamente especializados de hoy en día. Un amigo me contó una anécdota de su hija que estaba agobiada con el arte griego. Le propuso a su hija: Primero hay que saber donde está Grecia. Y ella le replicó: a eso todavía no hemos llegado en clase. En fin así nos luce el pelo. Somos sabios en una cosa e ignorantes en todas las demás.