El Congreso de Estados Unidos ha rechazado el ya famoso plan de Bush para rescatar, apoquinando la friolera de 700.000 millones de dólares, a los bancos y firmas financieras que están al borde de la quiebra por no hacer los deberes. Así nos cuentan La Voz, The New York Times y The Washington Post la noticia, que ha provocado el correspondiente desplome de las bolsas. Los miembros de la Cámara de Representantes han derrotado por 228 a 205 la propuesta de Bush, resultado que se ha traducido de inmediato en una caída de 777 puntos en el índice Dow Jones (y lo que te rondaré morena).
Al margen de que Bush, como inquilino del despacho oval, tiene la última palabra sobre la cuestión, y de que el fracaso se suma a la larga lista de fiascos políticos que convertirá sin duda a George W. en el peor de los 43 presidentes de la historia de Estados Unidos, la clave de este revolcón político reside en un principio hoy prácticamente olvidado en países como España: la separación de poderes. En los denostados USA, de los que a pesar de nuestro prejuicios todavía tenemos algo que aprender, hay una división insalvable entre los poderes judicial, legislativo y ejecutivo. Aquí sería impensable, pese a las bravuconadas de los socialistas catalanes o de la revoltosa filial navarra de los populares, que un día los diputados de PSOE y PP rompiesen la disciplina de voto e hiciesen un desplante a su jefe de filas por entender que una determinada ley perjudica los intereses de los votantes de su circunscripción electoral. En la carrera de San Jerónimo no hay un foso que separe las órdenes del ejecutivo de las decisiones del legislativo. ZP propone y el grupo socialista obedece (lo mismo se podía decir del PP de Aznar), con el apoyo amodorrado de sus socios.
En el Capitolio, sin embargo, los congresistas republicanos, que se juegan en breve su cabeza ante unos indignados votantes americanos, han decidido dar un portazo en las narices a George W. porque consideran que no es justo ni decente que se salve con el dinero de los contribuyentes el trasero de aquellos directivos que han conducido sus empresas al abismo.
Tal vez el rechazo del Congreso sea una mala noticia para la economía mundial, pero alivia descubrir que no siempre se cumplen los guiones escritos en los despachos de los todopoderosos.
Actualización: Así ve Nacho de la Fuente el rescate del plan de rescate en La Huella Digital. Y este es el análisis de César Rodríguez en Juego de Tronos.
Nueva actualización (2 de octubre, 14:00 horas). El Senado de Estados Unidos ha aprobado el plan de rescate de Bush, con los votos a favor de los senadores y candidatos a la presidencia Obama y McCain. Falta el visto bueno del Congreso, pero parece que los 700.000 millones de dólares ya están en las alforjas de esos empresarios que no supieron calcular los riesgos de sus operaciones financieras. Toma libre competencia. Toma libertad de mercado. Toma liberalismo. ¿Cómo era aquello de premiar a los buenos y castigar a los malos?
En mi opinión, conviene esperar. En los próximos días podemos vivir la sorpresa –¡relativa!– de que el país del libre mercado por antonomasía sí aprueba la nacionalización de las pérdidas.
No olvidemos que esta negativa inicial obedece a criterios electorales, que no económicos ni porque los parlamentarios se hayan convertido en políticos consecuentes con la Constitución estadounidense y sus enmiendas adicionales.
Una de las esencias básicas de la carta magna de EE UU (la que pergeñó Hamilton en connivencia con la elite financiera del país) es el oportunismo, máxime en lo económico (hablo de la Constitución, no de la Carta de Independencia, que en su día fue un modelo de innovación en Derecho público).
Ni los derechistas del Partido Republicano ni los demócratas publicitariamente «rompedores» que avalan los postulados regeneracionistas de Obama se atreverán a debilitar la potencia de un país que en gran medida vive en la abundancia gracias a su poderío militar y, sobre todo, gracias a su capacidad financiera y monetaria.
Saludos.
Tienes razón, Félix, seguramente el plan se va a aprobar dentro de unos días y, claro, los congresistas han votado en contra no porque sean unos rebeldes a favor del pueblo, sino porque algunos se juegan su escaño en la renovación parcial de la Cámara de noviembre. Pero creo que coincidirás conmigo y con César en que este rechazo sería impensable en España dada la conexión directa entre la voluntad del Ejecutivo (o la dirección del PP) y los votos que de forma automática emiten los parlamentarios del PSOE (o del PP). Sólo quería subrayar que en España, de facto, ya no hay separación alguna entre el poder legislativo y el Ejecutivo, que es el que a fin de cuentas manda de verdad. La disciplina de voto me parece, en suma, un timo al votante, que ve cómo el diputado de su provincia en no pocas ocasiones vota en contra de los propios intereses de esa circunscripción porque lo manda el jefe. Un fuerte abrazo, amigo.
Sí, en España –aunque se han registrado casos menores, que cabe describir como desobediencias personales y sin consecuencias serias– el «seguidismo» está muy marcado, al igual que en la mayoría de países europeos: ¡Porque esa no es una característica típicamente española, sino consustancial al estilo de acción política de la «vieja» europa!
No e atrevo a decir si es mejor lo de aquí que lo de allá, ni viceversa. Hay, no obstante, una cosa evidente: en la rebelión, aunque sea puntual y provisional, de los parlamentarios norteamericanos pesa esa actitud individualista –que tiene aspectos positivos y negaivos– del estadounidense medio, hijo todavía de una civilización de pioneros en la que la fuerza y la reafirmación del yo era fundamental, ¡irrenunciable!
Por cierto, el sistema bancario español es distinto del de EE UU, aunque menos de lo que dice Solbes, y en España la «nacionalización» de las pérdidas se puede hacer sin necesidad de votar nada en el Congreso, y esto si que me parece más preocupante; aparte de que reduce la «autoridad» de quienes desde España critican frontalmente el plan Bush.
Es muy curioso que haya políticos que gobiernan o que han gobernado en España que alardeen de no sé qué, pues aquí los accionistas de un banco difícilmente pecharían con sus errores, que es lo que está ocurriendo al otro lado del charco.
Un abrazo.
Hola Luis! como va todo?
la verdad no me dan ganas de opinar, que se yo, capaz haga mal al no comprometerme y opinar, pero la verdad los políticos me tienen las pelotas llenas (como decimos por estas tierras)
besos Luis, nos hablamos 😉
Cierto, Ayelén, los políticos nos tienen un poco hartos a todos, ¿no? Pero precisamente por eso nunca me canso de darles un poco de caña, que es muy sano. Nos leemos!
Ciertamente, se echa mucho en falta ese individualismo del que habláis en los políticos de este país.
Está bien, y es necesario para el partido como grupo, una fuerte cohesión y cierta unanimidad de criterio (o sería un caos), pero no a cualquier precio ni a costa de todos los principios personales o del bienestar de la ciudadanía.
En decisiones puntuales, en votaciones concretas, yo echo de menos algún político/a que opine lo contrario que su partido.
Por el momento falta mucho pensamiento (y acción) individual en esta política nuestra.
Un saludo