La Voz de Galicia
Navegar es necesario, vivir no es necesario (Pompeyo)
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Esto lo escribí el 3 de septiembre del 2005 en La Voz:

«Durante nueve meses la vida ha consistido, asuntos menores al margen, en escuchar cómo mi hija crecía en la barriga de su madre. Un murmullo como de agua que fulmina a la mejor sinfonía de Mozart e incluso, qué diablos, al Reckoning de REM. Y a los nueve meses, Rosalía, con su nombre de poeta, asomó su cráneo a esta Coruña del 2005, tan diferente de aquella ciudad grisona de bigotes franquistas a la que yo llegué un día de 1974 con un sombrero negro de vaquero y una pistola plateada que ya no tendrá Rosalía, porque los niños ya no pegan tiros como en 1974. Ahora veré la ciudad con otros ojos, con la pequeña pupila de Rosalía pegada a la acera de los Cantones, que les han cambiado la piedra, ya no podrá jugar a saltar las mismas rayas que yo pisaba aposta para reventar la tensión, yo era un poco capullo de niño, qué le vamos a hacer, Rosalía. Pero la nostalgia no sirve de nada, qué te voy a contar de A Coruña a ti, que has nacido en Ciudad Jardín, toma clase. Tampoco me vale escribir esta cosa, juntar letras en esta esquina del periódico. Voy a apagar la literatura y a encender los ojos, porque creo que te vas a reír y entonces las palabras ya no funcionan. Sólo la mirada soporta este asombro perpetuo».

El asombro, claro, sigue ahí. Y va a más. Entre los asuntos menores a los que me refería, con ironía secreta, en el texto, estaba la operación de corazón que me esperaba un par de meses más tarde (26 de octubre del 2005, cuando la pequeña todavía no contaba dos meses). Afortunadamente, todo fue bien y estos tres años han sido como esa cuesta abajo de las montañas rusas, cuando caes desde lo más alto y el estómago se te anuda en las amígdalas y apenas te das cuenta de lo que pasa, pero sientes un cosquilleo que debe ser la felicidad. Hoy Rosalía cumple tres años. Será un gran día.