Andaba hace unos días rumiando para el periódico un artículo sobre El vellocino de oro, ese hermoso libro de Robert Graves, cuando Eduardo Chamorro me recordó con su aguda columna de La Voz que la guerra entre rusos y georgianos andaba a tiro de piedra de Ea (hoy Kutaisi, en Georgia occidental), capital del antiguo reino de Cólquide y escondrijo del vellocino de oro que perseguían Jasón y sus revoltosos argonautas. Aquella trifulca por el sagrado pellejo de los griegos sucedió, según la leyenda, en el 1225 antes de Cristo. Tres mil y pico años de sopapos no han servido de mucho. Las mismas tortas, en las mismas jetas, sobre el mismo suelo. Y, encima, ahora todo es más cutre, menos legendario. Porque Putin y sus muchachos no están a la altura de Hércules y Orfeo, digo yo.
En aquel territorio quedan vestigios del mito de Prometeo que allí recuerdan por Amiran. Este fue encadenado como el heroe griego a las rocas de los montes del Cáucaso. En la leyenda se menciona que todas las noches Amiran, era visitado por su leal perro llamado Cursha quien lamía las cadenas para desgastarlas y así liberar a su amigo. Aquel perro era un pastor de grandes dimensiones e inquebrantable lealtad con una valentía a toda prueba. Era de una raza que ellos conocen como «Nagazi», que en antiguo georgiano significa perro grande y fuerte y hoy da nombre a la temible raza de perros pastor del Cáucaso que tiene por misión defender el ganado del lobo y el oso.
Los mitos y leyendas se solapan e incluso comparten territorio. Los humanos como las olas nos equivocamos porque las olas solo son el mar y los hombres la humanidad.
Una Universidad alemana, detectó que los conductores nos comportamos en el tráfico como moleculas en un fluído. La agresividad es un comportamiento que se da en los animales cuando escasean los recursos. Es así desde el principio de los tiempos. Las guerras floridas aztecas tenían por misión diezmar la población y ensalzar a los heroes. Los tanques rusos no son mas que pequeñas cuentas del rosario que repasamos desde hace miles de años. Porque en el fondo no somos mas que moleculas o particulas sin voluntad propia alguna.