La Voz de Galicia
Navegar es necesario, vivir no es necesario (Pompeyo)
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Los chinos nos la han colado. La primera en la frente. En la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos de Pekín se presentó en el estadio ese del Nido del Pájaro (o como se diga) a una linda niña cantora que, según hemos descubierto ahora, estaba en realidad haciendo playback, como si fuese una triunfita cualquiera. Resulta que la auténtica intérprete estaba oculta entre bambalinas porque sí, tenía una voz preciosa, pero su «cara regordeta» y sus «dientes torcidos» no eran adecuados para presentar a la tonadillera como la «imagen correcta» de China ante el planeta. Estamos apañados. La guapita de cara tiene nueve años y se llama Lin Miaoke, y la que puso las cuerdas vocales es Yang Peiyi, de siete años, que tampoco es tan fea, la pobre, sólo tiene un par de mofletes algo orondos y los piños un poco cada uno a su bola. Nada que no pueda arreglar uno de esos aparatitos de alambre por los que un dentista te sacude unos cientos de euros sin mayores rodeos.

En fin, aquí reivindicamos a Yang Peiyi, porque nos gustan las cosas auténticas. Que no son perfectas, ya lo sabemos, pero al menos son auténticas. De ahí, qué demonios, su encanto. Por eso mismo defendimos, ante los ataques de la prensa internacional, el mostacho hortera de Phelps, que le daba un toque humano y entrañable al plusmarquista. Y por eso reclamamos que no se trate de borrar del mapa al que se sale del guión de esta guerra de los clones en la que se está convirtiendo la galaxia. Unos piños no alineados, unas carnes fuera del tiesto o una pelusilla sin depilar pueden enviarte sin remedio al espacio exterior. Ya está bien, que esto cada vez se parece más a la casa de Barbie y Ken, esos guaperas de silicona.