La Voz de Galicia
Navegar es necesario, vivir no es necesario (Pompeyo)
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firmin.jpgFirmin, la deliciosa historia del ratoncito que vivía en el sótano de una librería de Boston, ha alcanzado ya su décima edición en español en el sello Seix-Barral (la primera fue en octubre del 2007). Todo un lujo en un mercado saturado por los que se abonan a la conocida receta de paranoias políticas, conspiraciones eclesiásticas, revisiones trasnochadas de los Episodios nacionales de Galdós y otras fórmulas de digestión fácil más propias de un hipermercado que de una expendeduría de libros (antes conocidas como librerías). La novela de Sam Savage, de la que hablamos aquí en marzo, demuestra que, más allá de la mercadotecnia y de los juegos de intereses de ciertos tinglados mediáticos, un buen texto puede abrirse paso entre los lectores que, en contra de lo que algunos suponen o nos quieren vender, en realidad no son tontos, sino extremadamente inteligentes. Ya lo apuntaba Harold Bloom en el título de otro gran libro. Y, como soy un enfermo de las citas -patología que ya habréis advertido en anteriores entregas- os dejo las dos referencias con las que abre el indómito Savage (una especie de Henry David Thoureau del siglo XXI, atrincherado en su cabaña de Madison, Wisconsin) esta virguería subtitulada Aventuras de una alimaña urbana. Aquí van las citas de marras. Cuidado, porque son flipantes. La primera, podría ser perfectamente una versión oriental del conocido principio de incertidumbre de Heisenberg. La segunda es Philip Roth en estado puro:

«Cierto día, Chuang Tzu se quedó dormido y soñó que era una mariposa, revoloteando muy contento por ahí. Y la mariposa no sabía que era Chuang Tzu soñando. Luego despertó y volvió a ser el de siempre, pero ahora no sabía si era un hombre soñando que era una mariposa o una mariposa soñando que era un hombre», Las enseñanzas de Chuang Tzu.

«Si hubiera llevado un diario del dolor, la única anotación habría sido una palabra: yo», Philip Roth.