La Voz de Galicia
Navegar es necesario, vivir no es necesario (Pompeyo)
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Salvando, amigo Christian, las enormes y obvias distancias entre estas cutres farrapadas y aquella lección diaria de periodismo literario titulada Á marxe, esto del emepetrés me está recordando las deliciosas historias que nos contaba Carlos Casares sobre su gato Samuel. Lo digo únicamente porque el artilugio de marras se empeña en aparecer una y otra vez en este rincón bloguero de La Voz, como aquel felino, que asomaba de vez en cuando sus mostachos por la contraportada del periódico y que, gracias al talento narrativo de Casares, siempre nos dejaba con una sonrisa en los labios. Y en el cerebro.

Bueno, pues el emepetrés, que dábamos por difunto en pasados episodios, ha resucitado, aunque sólo sea parcialmente. Me explico. La presunta defunción se produjo por la salida al espacio exterior de esa ruedecita que tienen estos aparatos para ir pasando las canciones. De tanto andar saltando de Nick Cave a Stone Roses, la rueda se descalabró. La espichó. Sin más. Ya no se dejaba girar. De hecho, cuando conté aquí mis penas, el artefacto no respondía. Había palmado. Hoy, de repente, la rueda se encajó sola, no sé muy bien cómo, y, aunque no permite pasar las canciones, sí deja escuchar la música comprimida en su giga de memoria, deslizando las canciones a su bola, sin atender a razones ni mandos. O sea, que tengo que oír los temas en el orden que disponga el bicho. Pero, al menos, el emepetrés ya respira. Tiene pulso. La chatarrería tendrá que esperar.