La Voz de Galicia
Escritos de Galicia y resto del planeta
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Una experiencia gastronómica en el restaurante danés «Salt»

Copenhague. El Salt es el restaurante del hotel Admiral. Un viejo amigo me invita a cenar allí y hablar de viejas glorias pasadas. Entrar en el Salt causa una cierta impresión. Una parte de la cocina, la principal, está abierta, en contacto con los comensales. Abundancia de educadísimos camareros. Gran edificio. Buena presentación de mesa. De manera que todo ello lleva a una primera impresión estupenda. Además, las tres sales que ofrecen presumen de nombre propio –laeso, maldon y guerande-. Un camarero viene con el pan (varios panes) e incluye en la bandejita un papel cebolla de alto gramaje con la explicación de la procedencia y cata de esas sales. Chapeau.

El primer palto es cola de langosta a la plancha sobre fondo de ternera y compañía de múltiples flores. Tiempo, y no de ansiedad. Pero la arquitectura del plato es sensacional, en la estela del Noma. … Seguir leyendo

La policía, en la Universidad de Odense (no, Franco no ha resucitado)

Odense. Insólito: la policía está en la Universidad de Odense. Un solo agente -departiendo amigablemente con un estudiante al que conoce- en el interior, un 9 ó 10 al menos en el exterior cortando una calle e impidiendo que unos 60 estudiantes, inquietos pero sin ánimo agresivo, vayan por una escalera a no sé dónde. Lo primero que tengo que reconocer es que la policía tiene una santa paciencia de la que yo carezco. Aguanta impertérrita, no habla apenas, no muestra tensión alguna; y los estudiantes se ríen, los desprecian y hasta los jalean. Estoy allí 20 minutos y todo está en stand by. Ni idea de lo que sucede. Recuerdo mis tiempos en la oposición al franquismo, estudiante yo también. Pero claro, aquella era otra policía, otros torturadores que hoy andan tan panchos por la calle.

Lo segundo es peor, mucho peor. Sin duda alguna los estudiantes son daneses … Seguir leyendo

Primer minuto del primer día de la Universidad de Odense

Odense. El otoño cubre los alrededores de la Universidad de Odense. Y lo de cubre es literal: enormes espacios de mil marrones rodean unos edificios pegados a la tierra. Ni asomo de descuido o de feísmo fuera, pura funcionalidad dentro, donde nadie eleva la voz, todo está ordenado como si fuese el primer minuto del primer día de funcionamiento.

Asombra que haya un lucido directorio de empresas que tienen presencia en la universidad. Y no sólo presencia etérea, sino material. Ambas -empresa y universidad- están unidas, para alegría de un estudiantado que no piensa en el botellón sino en trabajo, alto a su alcance lo segundo, imposible lo primero.

La cafetería donde recalo está abierta. Es decir, hay una cajera pero si quiero -que no quiero- la evito y me tomo de gorra mi té y un Danish pastrie. Nadie lo hace. Las normas se respetan y el orden se … Seguir leyendo

Dinamarca está cambiando

Odense. Algo está cambiando en Dinamarca. No es normal, o al menos no lo era, ver en una estación de tren a una pareja besándose a conciencia. Porque en Dinamarca siempre se aplicó aquello de «sexo libre pero nunca público», lo cual confería una atmósfera que podría hasta parecer puritana, pero que permitía creer en la separación radical de los espacios comunales -donde lo que imperaba era el respeto por los demás, puesto que ese espacio era de todos- de los privados.

Paseo por la calle central de Odense y me encuentro… ¡un mendigo! Por la demacrada si bien clara fisonomía, danés de pura cepa, aborigen del norte sin duda. El hombre extiende unos cartones y se tira a dormir allí mismo, después de arrimar contra la pared los dos carritos de supermercado que contienen lo que, al parecer, son todas sus pertenencias. Pero, ¿un mendigo en Dinamarca? Paso dos … Seguir leyendo