La Voz de Galicia
Escritos de Galicia y resto del planeta
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Odense. Insólito: la policía está en la Universidad de Odense. Un solo agente -departiendo amigablemente con un estudiante al que conoce- en el interior, un 9 ó 10 al menos en el exterior cortando una calle e impidiendo que unos 60 estudiantes, inquietos pero sin ánimo agresivo, vayan por una escalera a no sé dónde. Lo primero que tengo que reconocer es que la policía tiene una santa paciencia de la que yo carezco. Aguanta impertérrita, no habla apenas, no muestra tensión alguna; y los estudiantes se ríen, los desprecian y hasta los jalean. Estoy allí 20 minutos y todo está en stand by. Ni idea de lo que sucede. Recuerdo mis tiempos en la oposición al franquismo, estudiante yo también. Pero claro, aquella era otra policía, otros torturadores que hoy andan tan panchos por la calle.

Lo segundo es peor, mucho peor. Sin duda alguna los estudiantes son daneses en su totalidad, o igual en casi su totalidad. Pero todos, sin excepción, son negros, asiáticos, africanos del norte… O sea, inmigrantes o hijos de inmigrantes. Y está claro que no están adaptados por completo. Lo confirmo hoy en Tiger, una superpapelería, donde dos chulos de origen árabe y hablando a gritos danés campean por una tienda. O ante el cajero de un supermercado. Odense -más de un centenar de nacionalidades- es un conglomerado demasiado espeso. En el centro viven dos familias musulmanas radicales, cuyos matones impiden que hables con ninguna de sus adolescentes que, por supuesto, llevan el chador y no se pueden relacionar con occidentales. En realidad, el centro de Odense -¡ya no digamos el de Estocolmo!- ha sido literalmente tomado por otras culturas que se niegan a integrarse en la sociedad que los acoge con enorme generosidad: sin duda viven mucho mejor que un parado español, con todo pago, piso incluido.

Aquí, terminadas mis conferencias, soy un guiri. En las tiendas me tratan bien (soy blanco), notan que no soy de aquí únicamente cuando les digo en inglés que no entiendo el danés. Pero lo preocupante es que la extrema derecha va a subir en las elecciones locales de la próxima semana agarrada al rechazo a unos inmigrantes que ellos mismos provocan con su actitud. Y los partidos democráticos, sin enterarse.