San Andrés de Teixido (Cedeira). Maravillas de la ciencia: desde la remota aldea de San Andrés de Teixido, a donde llegó tras algunas penurias fray Martín Sarmiento, logro transmitir este post. Mirando al enorme mar, con la isla Gabeira allá abajo que parece un peñasco sin importancia y resulta que es una respetable mole, uno no puede menos que reflexionar sobre la globalización. El mundo, sí, se está haciendo pequeño. ¿Y cómo rayos se le habrá ocurrido al ser humano plantar sus reales en estos pagos donde sobrevivir debió de ser la mayor de las aventuras? ¿Cómo se llamaba? ¿Qué lo llevó hasta allí? Ante esos acantilados de la sierra de A Capelada cualquier otra cosa se queda pequeña. Además, la iglesia del pueblo se ve impecable, con poco exvotos aunque no creo que ese sentido supersticioso de la religión se esté perdiendo. La bajada hasta la fuente santa se halla en estado más que aceptable.
He tenido tiempo de ir hasta la garita de Herbeira, que ignoraba que hubiese sido construida en 1805. Por muchas veces que vea el mar allá abajo no dejaré de impresionarme. El interior del edificio contiene desperdicios, resultado de no haber puesto puerta alguna, pero el entorno es maravilloso.
Y sí, aquí sigo tecleando, esperando que no se corte la conexión. Por allá arriba van a su aire caballos y vacas salvajes. Por allá abajo las gaviotas siguen a lo suyo.
Cristóbal, espero que disfrutes la estancia por mis tierras y que, ya que estás, te dejes caer por mi pueblo, Cariño. El ayuntamiento ha puesto en marcha una iniciativa, el Aula do Mar, un antiguo barco que ahora se usa para hacer excursiones por mar y ver todos esos paisajes que admiras desde arriba con una perspectiva diferente.
Susana
Pues ignoraba que eras de por aquí. Dentro de un rato bajaré a Cariño y te cuento.
Bueno, no esperes mucho, en cuanto a turismo nos falta todo. Pero materia prima creo que hay. Ya me contarás.
Susana
No dejes de pasar por Cedeira, donde paso los veranos desde hace muchos años, casi me siento de allí. Y si vas, vete al Muiño Kilowatio, delante del jardín que hay yendo hacia el puerto. Y pide marraxo, calamares, bonito o chocos. Cuidado, porque las tapas son como raciones y con una ración comen cuatro personas. Te recomiendo comer fuera. Luego un cafetito en la terraza del mítico Cafe Pinzón, que aunque recientemente reformado todavía conserva su aire nostálgico de «casino» del pueblo. Mejor dicho, de la Villa. El casco antiguo no tiene desperdicio.
¡Uf! Decimos en Ferrol «tarde piaches», en el mejor de los sentidos. Voy en dirección contraria. ¡Otra vez será, porque tomo nota!