La Voz de Galicia
Escritos de Galicia y resto del planeta
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Arteixo. Sí, cada vez quedan menos. Porque nadie construye ninguno nuevo. O mejor dicho, alguno lo hace para decorar su jardín, y nada habría de malo en ello -sino al contrario-, pero lo levanta en plan ampuloso, con materiales modernos y escaso gusto. Y los que hay se vienen abajo porque nadie los usa, y si no los usa es porque no los necesita, y si no los necesita es porque la vida rural se va muriendo tal y como se conoció hasta hace muy poco. Súmesele a ello el desastre que significa que herencia un hórreo gallego pase a manos de dos, de cuatro o de siete personas, nietos o bisnietos de su propietario que encima hasta en ocasiones no se llevan bien. Y a ver quién es el guapo que propone invertir en el hórreo mil euros para dejarlos impecable. Siempre hay alguien que pregunta para qué hacer ese desembolso. Y, lógicamente, no se pueden vender piedra a piedra. La conclusión es que por todas partes de Galicia se vienen abajo. Y sin remedio. El de la foto se salvó porque está en el paseo fluvial de Arteixo (A Coruña), y deduzco que fue rehabilitado con dineros públicos. Eso sí, también está asediado por edificios nuevos que parece que lo van a devorar. El signo de los tiempos.