Moeche. Voy al castillo de Moeche desde que tenía una docena de años. Con 16 o 17 tuve que dormir dentro de él en vista de que un cazurro no nos dejó acampar en una esquina de una tierra que decía que era suya y en la que no había nada plantado, asustado al ver una tienda de campaña. Por mi compañero Samuel Ramírez Castro, que es de Moeche y del que no sé nada hace más de 50 años, me enteré de dónde estaban los sótanos… en teoría, porque resultó ser más una leyenda que la prosaica realidad.
Y Moeche fue impecablemente rehabilitado. Y musealizado. Y aunque queda a desmano debería ser una visita indispensable al menos para todo coruñés. Es un ejemplo de cómo hay que proteger el patrimonio. Supongo que su otrora dueño, Nuño Freire de Andrade, más conocido como O Mao (El Malo) por su actitud poco cariñosa con quienes le rodeaban y sus vasallos, estará encantado. Yo, desde luego, sí.