Durham. Todavía pervive en Durham la sensación de optimismo vital que el sábado pasado se extendió por esta ciudad del nordeste de Inglaterra. No es para menos: la cuarta peregrinación -y consecutiva- en medio milenio constituyó un enorme éxito. Tanto que se pasó de 55 personas el año pasado a casi 300 este las que marcharon poniendo un pie delante del otro. Por supuesto que tuvo mucho que ver el hecho de que se instalase en Gran Bretaña la primera señal del Camino Inglés, y justo donde empieza, en la abadía de Finchale, fundada por san Godric que a su vez fue un expirata que peregrinó a Santiago. La abadía es un impresionante conjunto de ruinas donde el sábado un inglés cantó una de las canciones escritas por el propio San Godric. Y hasta ahí iban peregrinos del norte de Europa y, posiblemente, escoceses, se concentraban, acudían a la catedral de Durham, seguían hacia Bishop Auckland y buscaban el sur, para embarcarse rumbo a A Coruña y Ferrol.
Fue el Xacobeo quien hace cinco años se volcó en recuperar esa ruta en su comienzo, e inmediatamente el municipio de Oroso y la Diputación de a Coruña se unieron al plan. El primero se borró este año, un error de marca mayor, pero el apoyo de la Diputación ha permitido seguir con un proyecto que cada vez atrae a más gente. El mérito también es, desde luego, de la gente que se mueve aquí, con Keith Taylor (peregrino y hospitalero voluntario) y la profesora Penelope Johnson (de origen gallego) a la cabeza. La dinámica que se ha generado es una muestra de lo prácticos que son los británicos, puesto que los defensores de la peregrinación de san Curbert -tremendamente popular en estas tierras- han recibido la idea de revitalizar el Camino Inglés con los brazos abiertos, después de pasadas reticencias iniciales.
Ahora hay que consolidar lo hecho. Que es mucho. Por interés de la historia y también de la Galicia de hoy.