Valença do Minho. Me he comprado una alfombra pequeña para el cuarto de baño, de esas que uno pone para no posar los mojados pies sobre la baldosa o lo que sea. Nada del otro mundo. Tampoco fue demasiado barata, 10 euros. Pero los pagué -en realidad, los pagó Martín– con gusto porque, además de que a mí me parece bonita, la etiqueta lo dice todo: hecha con materiales textiles reciclados. O sea, ganando amigos.