La Voz de Galicia
Escritos de Galicia y resto del planeta
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En muy pocos aeropuertos –Tinduf en Argelia y J. F. Kennedy en Nueva York, y para eso a la llegada, no a la salida- he visto la prepotencia que he sufrido ahora en Alvedro. A un ciudadano normal y corriente (imprescindible nacionalidad española) le dejan poner un uniforme -¡y ya no digamos un arma!- y se cree el rey del mambo.

Ignorando la normativa de la Unión Europea y demostrando que estamos más cerca de Rabat que de Bruselas, con nula amabilidad y mucha firmeza obligan a quitarse las botas para pasar el control de seguridad. Lo advierten hasta con descortesía primero, y ante la negativa de repente suena el arco cuando las botas no tienen ni un clavo, chincheta o adorno similar. Curioso, y supongo que intencionado por parte de estos salvadores de la patria.

Protesto y me dicen que hay un cartel con la normativa, lo leo… ¡y no dice nada! Sólo que “en aplicación de la normativa…”. O sea, un abuso puro y duro.

Claro que aquí somos más papistas que el papa y más listos que esos tontos de los británicos, finlandeses y daneses. Porque acabo de hacer un viaje que me ha obligado a pasar por los controles de Barajas (T4), Heathrow (T3, dos veces), Helsinki y Copenhague… ¡y no me mandaron quitar las botas ni sonó el arco!

No, el ministro Wert no es el único ignorante de este país. Algunos uniformados también. Y los que están en seguridad privada en el aeropuerto coruñés de Alvedro lo son en grado supino y abusón.