Huntingdon. Carísima. La comida está carísima en Inglaterra. Los yogures y los actimeles van a precio de jabugo. La carne, tres cuartos de lo mismo. Las cervezas, casi al doble que en España. Y las casas, no. Es curioso: la vivienda es mucho mejor aquí precio por precio. Sin duda por la disparatada política seguida con el suelo y la construcción por los gobiernos de Aznar y Zapatero.
Lo cierto es que, comiendo más humildemente que allá, da gusto ver el paisaje, antropizado pero no destruido en absoluto. Cada casa cuida su jardín como un tesoro. No hay suciedad en las márgenes de las carreteras. Los ríos se ven impecables.
Y lo raro es que no hay campaña alguna en marcha para que el país luzca más bello. Simplemente es la historia, que pone a cada uno en su lugar.