La Voz de Galicia
Escritos de Galicia y resto del planeta
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Buckden Towers. Sin quererlo he sido testigo de un entierro católico en esta Inglaterra anglicana. La segunda parte de la frase no es nada raro: estoy en Buckden Towers, el centro claretiano. La primera, sí.

Y es que yo creía que iba a asistir a un bautismo de un recién nacido en el mundo rural. El aspecto engalanado del abundante personal y el que entre tanta gente mayor aparecieran tres o cuatro niños impecables, corbata incluida, me llevó a esa conclusión. Hasta llegué a pensar si no sería una boda. Las caras relajadas no presagiaban una despedida sin retorno. Así que se fueron metiendo en la iglesia y yo hinqué la cabeza sobre el teclado de mi ordenador.

Fue al cabo de un largo rato donde sólo se oía mi respiración y, ocasionalmente, el frigorífico cuando me levanté a coger algo y entonces vi abajo, en el patio, el coche de difuntos y cinco caballeros rigurosamente de negro, dos de ellos con chistera y uno de estos, con frac.

De manera que me quedé clavado y expectante. Al cabo de unos minutos se abrieron las puertas del templo y salió el ataúd a hombros de sus deudos. Nadie más. Y sólo cuando el difunto iba a ser introducido en el coche comenzaron a abandonar la iglesia los asistentes. Me fijé entonces en tres cosas.

Una, que todos vestían prácticamente igual, lo lógico luto.

Dos, que delante venían una mujer algo afectada y otro familiar directo, pero que no había ningún signo de tragedia o dolor en ningún rostro. Y teniendo en cuenta que el o la finada tenía amigos y familiares porque gente había, no cabe esperar que no fuese persona apreciada. La deducción, también lógica, es que el carácter inglés es más fuerte que el sentimiento religioso. O sea, que nadie pierda la compostura, en la mejor tradición británica.

¿Y la tercera cosa que me llamó la atención? Pues el que alguna gente, al marchar hacia el aparcamiento, se desviaba un par de pasos hacia el hombre de negro, chistera y frac, y le entregaba un papel a la vista de todos. ¿Podría ser un billete? Podría, pero me pareció que en los tres o cuatro casos que vi el papel era algo grande. ¿Una nota para entregar a alguien, quizás? ¿Para quién?

El coche arrancó y pasó por el túnel, debajo de mí. Nunca sabré quién, contra su voluntad, ocupaba la parte de atrás. Descanse en paz, en cualquier caso.