La Voz de Galicia
Escritos de Galicia y resto del planeta
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Huntingdon. ¿En qué se nota la crisis en Gran Bretaña? Por aquí en Huntingdon, en nada. Sin duda sí en los barrios obreros de las grandes ciudades. Pero uno va a la High Street y encuentra en un par de agencias de empleo (privadas) una veintena de anuncios de solicitudes de personal. Más de la mitad, vendedores, como ha pasado en todas las crisis desde que acabó el siglo XIX. Le siguen en importancia numérica los ingenieros, que mires usted por donde de estar saturados de ellos hemos pasado a considerarlos pilares del nuevo desarrollo tecnológico, dado por hecho de que los informáticos de toda clase y condición son casta por encima del bien y del mal, y no figuran en lista de demandantes de empleo alguna.

Y a continuación hay varios trabajos menores como encargado de almacén. Pero trabajo, al fin y a la postre.

Como en todas las crisis, el empleo migra. ¿Y qué pasa en este país en el cual hay despido libre y no existe el subsidio de desempleo? ¿La gente se muere de hambre resignadamente, en silencio y sin molestar al vecino? Nada de eso. Nadie se muere de hambre. Entonces, ¿dónde radica el misterio?

El quid de la cuestión es que la británica es una sociedad diferente por completo al resto. Esto no es Suecia o Dinamarca, donde el Estado se encarga de todo. Eso no es Grecia, sálvese quien pueda a golpe de cornetín. Esto es una sociedad terriblemente compleja, y esa complejidad no se la da el carácter –esa es otra cuestión- sino el profundo y a primera vista inexplicable tramado de entidades de todo estilo. Aquí hay grupos organizados para todo. Desde para hacer visitas arqueológicas hasta para cuidar enfermos de Alzheimer. Y es esa fortísima sociedad civil la que impide que la isla se hunda en una desnortada revolución social que nadie quiere.

Gran Bretaña superó a lo largo de la historia situaciones mucho peores que la actual crisis. Saldrá de esta, sin duda.