La Voz de Galicia
Escritos de Galicia y resto del planeta
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Red Natura del río Tambre. Me he ido a hacer la ruta que recorre la Fraga das Barbudas, en el municipio coruñés de Aranga. Santiago Bacariza, el diligente jefe del área de Turismo Rural de Turgalicia,  me lo había puesto tan bonito que era imposible aplazarlo más. Y además tenemos una no confesada competición en conocer recunchos de Galicia, de modo que no le iba a consentir que tomase ventaja. De modo que el sábado pasado arranqué el Land Rover y allá me fui.

Una locura que me valió la bronca irónica de mi hermano montañero («Los ríos son para el verano»). Porque la ruta está excelentemente bien señalizada (se nota que pagó Europa, incluida en la red de senderos del Mandeo), pero sólo es para expertos en buena forma y, en efecto, para hacer en verano. No se debe ir solo bajo ninguna circunstancia, porque allí no hay quien le encuentre a uno. Baste decir que me quedé literalmente colgado en dos ocasiones, una a poca altura y con posibilidades de salir más o menos indemne del costalazo y otra a mucha altura y mortal sin duda si iba para abajo. Las pasé realmente mal, a lo que hay que sumar que un caballo -supongo que yegua- se empeño en que yo no era bienvenido por allí y tuvimos nuestros más y nuestros menos, grueso castiñeiro por medio a Dios gracias.

La fraga en sí es, sin duda alguna, la más bonita que yo conozco, y creo que conozco (casi) todas las de Galicia. Un lugar donde da la impresión que uno es el primero que entra. Un paraje que recuerda  los  minutos iniciales de la primera película de Indiana Jones. Selva pura a la que, por cierto, comienzan a llegar eucaliptos: ya hay dos, y crecidos.

O sea: no vaya ahora (y jamás con menores) salvo que le entren de repente irrefrenables ganas de convertirse en eremita, en fuxido de la pasada guerra civil o en potencial suicida. Haga como mi hermano: espere a que llegue el verano.