Red Natura del río Tambre. Hoy no llueve en las cercanías de Santiago. Ayer por la tarde, sí. Puedo jurarlo: Telmo y yo regresamos a casa literalmente empapados, y un par de horas después lo hacían en el mismo estado otras 45 personas con las que durante más de tres horas compartimos excursión.

Pero empecemos por el principio. El Ayuntamiento de Oroso tiene la buena idea de organizar cada año -y van cinco- una ruta por cada una de las parroquias que conforman el municipio. Llevamos un guía de excepción, Manolo Pazos, ese típico e imprescindible historiador local (en este caso sabe de todas las zonas colindantes) que conoce hasta el último rincón, sabedor de miles de anécdotas y con un bagaje cultural serio. Y ayer tocaba Trasmonte, de modo que nos plantamos allí, casi todos en autobús, Telmo y yo en mi viejo Land Rover por si había que salir pitando por algo del trabajo, María José en su flamante coche…

Casi desde el primer momento la lluvia hizo acto de presencia. Nos dejó ver un molino muy bien restaurado a medias entre los ayuntamientos de Oroso y Ordes, y muy poco más. Avanzamos por la vieja vía del tren, hoy desmantelada, como almas en pena, agachando la cabeza, y tuvimos la no muy buena idea de parar diez minutos en un abandonado túnel construido con pico, pala y dinamita en donde hacía una corriente que me dejó helado. Lo precioso de la ruta fue seguir el curso del río Cabrón, limpísimo, ancho, aguas cristalinas a pesar de las nubes grises…

Cuando tiramos de nuevo para el coche con la compañía de Manuel y Pilar, que resulta que son viejos conocidos de Coro, dejamos al resto de la tropa, que aún ascendió una montañita. Llegaron a las nueve menos cuarto, pero según me contó hoy Lucía -eterna y maravillosa sonrisa- empapados. Claro que eso no anuló para nada ni el buen ánimo ni las promesas de volver el año que viene. Buena idea ésta del Ayuntamiento de Oroso.