Ikea A Coruña. Uno tiende a pensar en el turismo de manera clásica: o sea, con el cliché -aunque muy modulado- de sol y playa que nos han metido en los sesos. O sea, que turismo es viajar a un lugar donde no se hace nada. ¡Pues menos mal que está Ikea para dar toques de atención!
Así que como no nos hace falta absolutamente nada en casa, ni sitio que hay para ello, Coro, Martín y yo nos llegamos a Ikea pensando, incautos, que la crisis habría desmoralizado al personal. Llegar desde H&M de Dolce Vita (parada obligada, a pesar de que el centro comercial era un muermo) hasta Ikea requirió jugarse el tipo por el arcén de la carretera de cuatro y a veces seis carriles: ni una pasarla, ni aceras, ni nada. Y así casi un kilómetro con una tensión escasamente sana. Y una vez sanos y salvos aquí, en Ikea, la sorpresa: como el día no está de playa por estos lares, esto está petado. Tanto que Coro esperó 23 minutos en la cola del autoservicio… ¡a la una y media! A las tres menos cuarto la cola se había más que duplicado. Un buen grupo de portugueses y guiris pijos del centro de España (una rara concentración, la verdad) conformaban el grueso del pelotón.
¿La conclusión? Que hay una nueva manera de entender el turismo. Ikea es la prueba: toda esa gente nos estamos moviendo y estamos gastando. ¿Es turismo o no?
Ola, iso non é turismo nin nada. Xa sabedes, estamos dentro diso que lle chaman jlobalisasión ou algo polo estilo, ou papanatismo, como di un amigo meu. É dicir, que se non imos comprar en Ikea ou non imos por alá vai ser que Alá nos fulmina e xa deixamos de ser «jente» bien. O que dicía, PAPANATISMO.
Moso, que mal te vexo, vas a Ikea ao Mcdonals.. e seguro q tes un todoterreo coma os «pijos»…
Pois si eu son unha de esas persoas que pensa ir por IKEA, agora moitos galegos que levabamos os cartiños a Porto ou Asturias xa poden quedar por aqui a verdade e que sera a primeira vez que pisarei unha tenda de IKEA pero si ,si que ali irei e alguha cousiña tamen preciso