La Voz de Galicia
Escritos de Galicia y resto del planeta
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Red Natura del río Tambre. A raíz de la publicación de un reportaje sobre el castillo de Vimianzo el pasado día 19 he recibido por mail dos opiniones discrepantes que, faltaría más, tienen todo mi respeto. Se refieren a los lugares dónde comer en esa población coruñesa. A uno y otro les respondí con la misma cordialidad y educación que ellos habían mostrado conmigo. No coincidimos, sin más. Esto no son matemáticas, es periodismo.

Recibo ahora, a través de un colega, una opinión más, bajo el título de «En Vimianzo hay donde comer», obviamente desaprobatorio de mis afirmaciones. Como éste es un país de castros (Iván Piñeiro dixit), así nos va: a ponte é nosa, a torre é nosa, a illa é nosa… el sálvese quien pueda que impide articular este país. Y resulta que como en internet escribe el que le da la gana, pues este nuevo autor afirma que «sin riesgo a equivocarme, creo que mi indignación e imcomprensión sobre estas referencias es compartida por la mayoría de los habitantes de Vimianzo y por mucha gente que ha visitado el municipio».

Bueno, hasta ahí nada nuevo. Ni un solo dato. Una mera impresión elevada a la categoría general del bien común. Pero como esto es España y olé, «no sólo las guías Michelines y estrellas de postín acreditan a los establecimientos hosteleros (de Vimianzo)», dice. Hombre, las guías Michelines, como él escribe, no han concedido estrellas de postín alguna a Vimianzo, de que yo sepa, porque si me demuestra lo contrario (tengo la última guía aquí y no lo veo), desde luego que rectificaré, claro está. Lo que las Michelin hacen son relacionar establecimientos, sin más, y a un puñadito de ellos -ninguno de Vimianzo, por desgracia- les da una, dos o tres estrellas.

Y después, lo de siempre. La falta de educación imperante en el país y en internet: «puede que el carácter sibarita del autor…». Es como si yo digo -que no lo digo- la ceguera intelectual de mi opositor. O sea, la descalificación. Porque en los 43 años que llevo en esto si me he caracterizado por algo es por no ser en absoluto un sibarita. En cualquier caso tengo que darle las gracias: mi mujer se ha reído mucho.

Quien no se ha reído es Juanjo Gallo, a quien citamos él y yo. Se nos ha ido. Pero si estuviera aquí sin duda alguna respetaría mi opinión. Algo, el respeto, de lo que estamos bien faltos en este país de castros.

(¡Ah! Por cierto. La cuenta sí va a mi bolsillo).