La Voz de Galicia
Escritos de Galicia y resto del planeta
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Moussy le Vieux. Una amiga de Pontevedra que me mandó un mail, y por lo tanto la mantengo el anonimato, me decía que leyendo mis post este viaje parecía un calvario. Pues no, tanto no. No es un calvario, pero esta zona de Francia no es de mis preferidas ni el país en sí tampoco, aunque reconozco que estar en mi adorada Borgoña o volver a Auverne es algo que me apetece. O sea, que no, no soy antigalo, antigabacho, ni antifrancés para nada. Pero hay lo que hay. Y lo que hubo hoy fue pocos kilómetros por los cinco estamos hartos de estar en el coche. No porque fuéramos lejos, sino porque se nos ocurrió ir tres veces a París y eso es un infierno.

Así que tocó hacer 30 kilómetros entre ida y vuelta para cumplir con un rito negociado: en cada viaje, una comida en McDonald’s. Es lo que hay para mantener la unidad familiar. De modo que después de recorrer un par de pueblos residenciales encantadores allá fuimos, a St. Witz (menudo nombre), a un establecimiento vulgar donde confirmé lo que ya sabía: que el nivel de conocimiento de los jóvenes franceses es como el de los españoles o incluso menor. Muy pocos hablan inglés y son muchísimos los que no saben decir nada. En el McDonald’s volvió a suceder: la muchacha, comenzando la veintena, ignoraba todo, hasta palabras elementales. Siempre creí que a esa cadena multinacional que no figura entre mis preferidas iban estudiantes que se sacaban unos dineros para sus fines de semana, algo encomiable. Ahora empiezo a pensar que se ha convertido en refugio de los fracasos escolares.