Pierrefonds. El castillo de Pierrefonds es realmente enorme, impresionante, de película. Porque se trata de eso: de levantar en pleno siglo XIX un castillo de película, historicismo puro, fantasía sobre la Edad Media. Existió la fortaleza, en efecto, pero un rey la ordenó destruir aunque el trabajo no debió de ser hecho a conciencia ya que quedó en pie el recinto amurallado casi en su totalidad y las torres desmochadas a punto de venirse abajo. Todo en un estado lamentable, claro está, porque el tiempo se encargó de completar la chapuza del hombre.

Hace poco más de cien años se consumó la resurrección, pero desde luego poco debe de tener que ver lo actual con lo viejo. Eso sí, el castillo de cuento de hadas con unas hornacinas tan trabajadas que aquello parece Hollywood se ha convertido en un polo de atracción turística de primer orden, tanto que hoy se está filmando allí dentro una película y esto está lleno de caballeros, espadas y escudos, para alegría de Martín que se cree que son los auténticos propietarios de la fortaleza. Así que me refugio en la tienda, muy completa y en la que se encuentran desde espadas tamaño real que cuesta levantar hasta piezas para montar una catapulta que me llevaría a casa con mucho gusto si no costase el paquetito la friolera de 63 euros.

No hay mucha gente en el pueblo –todo restaurantes y una interesante carnicería- porque el tiempo es gris y no ayuda nada. Pero seguro que dentro de un mes éste es un sitio muy grato para pasar el día. Aunque tampoco más tiempo, excepto que se quiera trabajar de extra en alguna película.