La Voz de Galicia
Escritos de Galicia y resto del planeta
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Saltos de Mácara (Palas de Rei). Conste: se empeñó Marras, el fotógrafo, en que dedicáramos tres páginas en la serie Galicia Bonita a los saltos de Mácara que ni siquiera él conocía. Supongo que por atrás lo jalearon María y Suso, siempre tan preocupados por su entorno y, además, militantes contra la minicentral que algunos bárbaros quisieron colocar ahí y con muy buen criterio detuvo en seco el fenecido Gobierno bipartito de la Xunta de Galicia. Pero fuese como fuese, el caso es que vale más no decirle que no a Marras, tanto porque suele tener razón como porque es mejor no tenerlo machacando en una idea un dia sí y otro también. 

Esa es, telegráficamente, la historia de la gestación del reportaje que hoy se puede ver en La Voz de Galicia y que, gracias a las fotos, queda esplendoroso. Pero cuando escribo un reportaje de esos siempre me corroe la duda, tanto antes como después de verlo publicado: ¿hago bien o mal? A favor: si lo publica este periódico, con toda su fuerza y potencia, los bárbaros destructores pueden tentarse más la ropa antes de destrozar el entorno, que es pura y llanamente lo que pretendían para que dos o tres (o uno) se llenara el bolsillo y los demás a jorobarse. En contra: muchos de los lugares que he publicado a lo largo de mis 40 años de profesión (¡40 ya, Dios mío!) han sido destruidos justamente por eso: por haber puesto al gran público, a los 600.000 lectores de La Voz, tras una pista maravillosa que exigía un cuidado y un respeto que luego no tuvo.

Por suerte, no es demasiado fácil ir a los saltos de Mácara. Así lo digo en el reportaje, ironizando incluso con Marras, que tiene paciencia para aguantar mis cariñosos dardos. Eso es una suerte, ya que el dominguero que quiere llegar al sitio exacto en coche lo tiene crudo: no queda otro remedio que caminar, aunque sea poco. Que así sea, por muchos años y que ni usted ni yo veamos la central hidroeléctrica. De pelotazos estamos hartos.