La Voz de Galicia
Escritos de Galicia y resto del planeta
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Red Natura del río Tambre. Acabo de llegar a casa y la sonrisa me desapareció de la boca. No porque la casa no esté caliente, no, ni porque pase nada raro con los chicos, no. Es que compré en Hipercor unas botellas de Abadía de San Campio, de las bodegas Terras Gauda, y comparé el precio con el que pagué en las propias bodegas por el mismo vino el pasado 6 de agosto. Y tras comprobar una y otra vez el precio y hasta pedirle a Coro que lo viese ella por si tuviese yo el día tonto, resulta que no, no hay engaño: en uno y otro sitio pagué exactamente lo mismo.

No hay ninguna ilegalidad, ¡qué va a haber! Paré voluntariamente en las bodegas, compré lo que quise y pagué lo que me pidieron. Punto final. Pero no me parece ni elegante ni de buen gusto (y, desde luego, carente de todo espíritu comercial de amplias miras) que en la bodega cueste igual que en el comercio. Uno entiende -desde luego, erróneamente- que allá debe de ser algo inferior ese precio, porque el lógico beneficio se multiplica al aplicarle también el que se lleva el comercio. Porque, desde luego, Torres Gauda (y cualquiera) gana al venderle su vino a Hipercor o a donde sea.

Desde luego, este es un país de mercado libre. Pueden cobrarlo hasta el doble, si quieren. Pero esa misma libertad reclamo para mí: por suerte hay muy buenos albariños donde elegir.