La Voz de Galicia
Escritos de Galicia y resto del planeta
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Aeropuerto de Barajas. Calor en el regreso. También lo hacía en Copenhague a la salida. El calor interior provocado por la adrenalina se ha ido pasando después de haber tenido un largo intercambio de palabras con un educado vigilante de seguridad en el aeropuerto de la capital danesa, cuando otro compañero le alertó de que Martín intentaba introducir en cabina nada más y nada menos que una espada de espuma comprada en Legoland, artefacto -como todo el mundo sabe- peligroso donde los haya.

«Lo siento, pero es una reproducción de un arma», decía una y otra vez el asalariado con uniforme (esos asalariados con uniforme que se permiten vulnerar la legislación y cometer un delito como es el cacheo de algunos viajeros, algo que las leyes encargan directamente a la policía puesto que tal cacheo constituye prueba). Y sí, claro, como cualquiera puede ver en la foto adjunta, es una reproducción de un arma.

Así que la espada acabó en un contenedor, tengo la suerte de que Martín no ha sido detenido acusado de ser sicario suicida de Bin Laden y yo me he venido todo el viaje rosmando contra los bobalicones y soplagaitas europarlamentarios que, siguiéndole el juego a un tipo de tan poca confianza como es George Bush, han aceptado medidas que dejan a Europa a la altura del ridículo.

Eso sí, mi navaja multiusos, de dimensiones medianas, viajó conmigo en mi mochila todo el tiempo.